No se lo esperaba nadie o, cuando menos, no de manera tan inminente y fulminante. El lunes por la tarde se supo que el consejero delegado de Mediaset España, el grupo de Telecinco y Cuatro, el hasta hora todopoderoso Paolo Vasile, iba a ser cesado. En febrero de este año, cuando Mediaset nombró a un nuevo presidente, el banquero Borja Prado, con el objetivo de relanzar Telecinco y Cuatro, comenzaron a circular rumores, pero pocos pensaron que el puesto de Vasile podía correr peligro. Hasta hace unas horas.
Fue la caída de un hombre que, en las última décadas, había sido uno de los más poderosos del audiovisual en España, si no el que más, y sin duda, uno de los que más había hecho por cambiar la televisión, para bien y para mal, para siempre.
El hombre que convirtió a Telecinco en la cadena más vista
Paolo Vasile, nacido en Roma hace casi setenta años y productor en sus inicios profesionales, era el consejero delegado de Telecinco desde el año 1999. Silvio Berlusconi lo había fichado para su compañía de comunicación Mediaset y había confiado en él para lanzar, afianzar y consolidar la estrategia del grupo en España. Y durante décadas, todo hay que decirlo, cumplió el objetivo fielmente y con creces: Telecinco se convirtió en la cadena más vista del país. Llegó a un punto en que nadie pensó que podría arrebatársele el liderazgo.
Claro que muchos le acusaron que lo hizo rebajando la calidad a cotas inauditas y apostando por lo que algunos llaman «telerrealidad» y otros denominan, directamente, «telebasura». Fue él, al fin y al cabo, quien apostó por la prensa rosa en su formato más ruidoso y chabacano y quien más hizo por aupar espacios como Gran Hermano y Supervivientes. Programas como Aquí hay tomate y, más tarde, Sálvame, no se entienden sin él. Gracias a semejante elenco, Telecinco fue, para muchos durante décadas, sinónimo de vulgaridad, pero no hay duda de que, aunque a muchos les doliera, su audiencia era tan numerosa como fiel.
Además, sería injusto pensar que solo apostó por programas de bajo calado intelectual. También hay que reconocerle una clarividencia al apostar por las Eurocopas y los Mundiales en aquellos años en que nadie apostaba por la Selección Española. Que Cuatro diera un espaldarazo a la Roja también fue gracias a él.
El fin de una era
Sin embargo, todo llega a su fin, todos los imperios caen, y las audiencias le acabaron danto la espalda a Telecinco. Desde noviembre del año pasado, Atresmedia, el grupo de Antena 3 y La Sexta, es imbatible. En septiembre de este año, las alarmas debieron rugir a toda mecha en los despachos de Mediaset. Los números no daban y programas hasta entonces estrella, como Sálvame, no lograban atraer a la audiencia. Habían puesto mucha carne en el asador –con la emisión de La isla de las tentaciones, una nueva entrega de En el nombre de Rocío y el Eurobasket–, pero ni así remontaron. Fue su peor septiembre de toda la historia de la cadena. Un 12% de share. Por comparar, Antena 3 obtuvo un 13,7%, y eso que no tuvo su mejor mes.
Para algunos, aquello era una crisis pasajera, una de las muchas que había tenido que sortear Vasile en su carrera. Era una cuestión de tiempo y de aguantar. Vasile, con su gusto por el mando y su implicación en todos y cada uno de los detalles de la cadena –él decidía qué se emitía y qué no y en qué condiciones–, iba a poder salir de aquello.
Pero no. Esta vez, la crisis era mucho más profunda de lo que muchos pensaban. No solo han cambiado dramáticamente los patrones de consumo televisivo con la irrupción de plataformas como Netflix, sino que el eterno rival, es decir, Atresmedia, ha puesto en marcha una estrategia que funciona mejor de lo que sus propios impulsores esperaban.
Tocaba refundar Telecinco, repensar toda la programación y, para ello, eran necesario personas nuevas con ideas nuevas. Desde Italia, Pier Silvio Berlusconi, segundo hijo de Silvio Berlusconi y administrador delegado de Mediaset, un tipo tan ambicioso como inteligente, decidió que había llegado el momento de cortar por lo sano.