Mientras Feijóo sólo es ese señor que manda en el PP como un guardia de tráfico manda un día en una glorieta, por casualidad y ubicación, Ayuso es la glorieta. Es lo que pensaba yo leyendo la entrevista que le hacía aquí Cristina de la Hoz, y algunas reacciones a ella. A Ayuso la subieron a una glorieta en algún Dos de Mayo de los Madriles y la política y desde entonces el PP, la oposición, los conglomerados mediáticos, los plumillas de bloc despellejado y los bots de granja o de chino no hacen otra cosa que dar vueltas a su alrededor. Ayuso sólo tenía que entremeter “bolivariano”, o decir que si fuera empresaria no vendría a esta España ideologizada, para generar el atasco, el barullo, que en política es lo mismo que la vida. Cuando Feijóo hace barullo suele ser por un resbalón, una improvisación o una manotada de manoteo de guardia de tráfico. Cuando lo hace Ayuso, sin embargo, parece programado, guionizado, parece un leitmotiv o un jingle, parece el texto en versales de piedra de ese poeta o ese artillero de glorieta, escogido de entre antologías, museos o cartas a sus viudas. Cada vez cree uno menos en la ayusada y más en el academicismo ayuser.
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