Otra de las razones que marcó la década de los 90 fue el deporte. Y entre brazadas y trampolines se encontraba el nadador más laureado de nuestros tiempos. La natación llegó a su vida casi de rebote. Los problemas de salud que atravesó durante su infancia empujaron a David Meca (Sabadell, 1974) a abrazar un hobby que convertiría en profesión. Varias veces campeón del mundo en aguas abiertas, el barcelonés se convirtió desde finales de los 90 y durante la primera década del actual siglo en un gran reclamo para las marcas comerciales hasta convertirse en el deportista más mediático del siglo.
David Meca obtuvo en 1993 una beca como alumno-estudiante-atleta al clasificarse en segunda posición en el US OPEN en la prueba de 1500 metros. Recibió la oferta de varias universidades hasta que se decidió por la Universidad del Sur de California (USC), en Los Ángeles -donde se integró en el grupo de Mark Schuber, actual entrenador jefe del equipo olímpico de Estados Unidos-, y se graduó en Económicas, Arquitectura Paisajista y Arte.
Fue en 1999, mismo año de su graduación, cuando el deportista se consagró como el primero en huir a nado y con grilletes de la prisión de Alcatraz, uniendo la isla con la bahía de San Francisco, después de ser sancionado durante dos años por dopaje. Además, batió el récord mundial cruzando el Estrecho de Gibraltar en dos horas y media, un reto que sería recurrente a lo largo de toda su carrera.
Años más tarde, en 2006, sería también el primer hombre en cruzar a nado de la península a Baleares. Lo hizo recorriendo los 110 kilómetros que separan la isla de Ibiza de Jávea. Precisamente esta localidad alicantina es a la que acude ahora para desconectar.
Meca habría sido medallista olímpico de no ser porque su disciplina, las aguas abiertas, no se incluyó en el programa hasta Londres de 2012. Antes de eso, el deportista fue el pionero en España del nado en el mar y logró siete medallas mundiales.
Su éxito en el deporte convirtió a Meca en uno de los personajes televisivos más célebres de principios de siglo. El nadador llegó a compaginar su profesión con apariciones como actor, presentador y concursante de diversos formatos como Mira quién baila, pero una vez aprovechado el momento, decidió que ya no era su mundo.
Ahora, ya retirado, reside en Madrid donde prosigue una vida laboral dividida en dos vertientes. Intenta inculcar todo el conocimiento y la experiencia adquiridas en dos décadas de carrera realizando charlas motivacionales y por otro lado, ayuda a sus padres, que tienen una empresa destinada a la construcción y venta de edificios, vinculada con la arquitectura. «Una vez retirado, cogí las riendas de la empresa de construcción que tenía la familia. Hacemos solo una obra al año. Compramos propiedades, las restauramos y luego las alquilamos o vendemos. Por ejemplo lo hicimos con un hotel o una residencia de estudiantes», comenta el catalán, quien reconoce que «sigo haciendo deporte cada día, intento cuidarme y seguir marcando abdominales», confesaba para el Diario AS.
En este mismo terreno, David también ha escrito dos libros de motivación en los que resume su método para alcanzar metas y ser feliz. En 2007 sacó a la venta Swim, consigue lo que te propones y en 2015 Yo no temo a los tiburones. Y alotro lado de su mundo, el nadador es dueño de dos impresionantes propiedades en esa zona y una de ellas, que era un antiguo convento, se la alquiló a Shakira y Gerard Piqué y la pareja vivió allí durante dos años. «Fueron excelentes inquilinos. No tengo más que buenas palabras», dijo David entonces. El problema fue que, cuando ellos se marcharon, se instaló una amiga de la cantante que habría dejado la casa en muy malas condiciones. Fueron precisas muchas reparaciones para volver a dejarla como nueva.