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El arte que nació de la guerra

«Al comienzo de la invasión rusa uno de los principales desafíos fue encontrar un equilibrio entre la vida y la guerra, o entre la guerra y el trabajo. Aprender, de alguna manera, a vivir con la guerra, con las noticias que salen constantemente, con la pérdida de amigos… Todo esto suprime la creatividad. Así que el desafío fue moldear la vida y aprender a trabajar en tales condiciones, porque cada uno de nosotros quiere reconstruir el país y aportar algo de valor». El relato es de Ani Kazarian, una ucraniana que cuenta como tras la invasión rusa un grupo de creativos de su país decidieron unirse para proteger su cultura y dar a conocer a sus artistas en todo el mundo a través de diferentes formatos: desde proyecciones de películas, exhibiciones o presentaciones en vivo hasta reuniones personales y charlas públicas.

Reunión de Ukrainian Signal

Lo cierto es que la guerra, como no podía ser de otra manera, ha impactado fuertemente en el arte. Algunos artistas han encontrado en el conflicto una fuente de inspiración, reflejando en sus obras el drama de la guerra. Otros, como el proyecto de Ukrainian Signal, han visto la necesidad de fomentar una cultura que ha quedado muy dañada. Y según explica Kazarian, lo están haciendo con gran éxito. En menos de ocho meses, su equipo ha realizado más de 60 espectáculos en Europa (algunos de ellos en Barcelona) y una serie de eventos en Nueva York que les han permitido atraer a más de 3.500 visitantes y colaborar con empresas de la talla de Google. «El arte no puede cambiar el mundo, pero puede inspirar a las personas que pueden cambiar el mundo», asegura Kazarian.

En la misma línea apunta Varvara Logvyn, otra artista ucraniana que relata que, aunque ya pintaba antes de la guerra como hobby, en realidad el trabajo con el que se ganaba la vida nada tenía que ver con esto. Pero tras la invasión comenzó a pintar para «sobrevivir mentalmente», lo que le sirvió para tomar la decisión de dedicarse profesionalmente a ello y comenzar a explorar su identidad como artista. Ahora utiliza en sus obras una técnica tradicional ucraniana protegida por la UNESCO, llamada petrykivka. Muchas de sus pinturas las imprime sobre los llamados erizos checos, unos obstáculos antitanque muy populares en la Segunda Guerra Mundial que Ucrania también ha utilizado para protegerse durante este conflicto.

«Para mí el mayor problema fue dudar de si alguien necesitaba el arte en tiempos de guerra. Pero no es así. El arte es más necesario que nunca durante la guerra. Ayuda a entender a la gente lo que está pasando, y trata el corazón de la gente, porque va desde el corazón. También es una voz de Ucrania en el mundo, muy fuerte y muy importante para hablar de la guerra, no solo de la de Ucrania, sino de la guerra del siglo XXI en el centro de Europa. Se trata de un problema global del mundo en muchos sentidos importantes. Mi mensaje es que Ucrania está viva y florecerá de todos modos, y mi trabajo trata de defender la cultura y la identidad ucranianas. Va de resistencia, fuerza y ​​vida», detalla Logvyn.

Contar la guerra con juguetes

Pero el conflicto no ha impactado únicamente en los artistas ucranianos. Gente de todo el mundo han querido colaborar y solidarizarse de mil maneras distintas. Es el caso de Fanny Lechevalier, una artista francesa que realiza fotomontajes en los que combina imágenes de la guerra con distintos cuadros de algunos de los pintores más famosos. Ella misma explica los motivos: «Fue un shock para todos nosotros enterarnos de la invasión a Ucrania. De la noche a la mañana se levantó de nuevo un muro entre Rusia y Europa. Era un antes y un después. Por encima de todo, decidí hacer estos collages para apoyar a los ucranianos. Me los imaginé como en las primeras fotos que llegaron, en el metro refugiados sin nada que hacer salvo esperar. Quería enviarles una imagen de que conocemos su situación y que los apoyamos». 

Elena fue una de las primeras víctimas de las bombas que cayeron sobre Ucrania. En este fotomontaje Lechevalier utiliza su rostro, que se convirtió en la personificación del conflicto, para sustituir el original del cuadro La joven de la perla, de Johannes Vermeer.

En este cuadro la artista francesa ha utilizado la pintura de El Coloso, atribuido a Francisco de Goya (aunque hay dudas sobre si pudo ser obra del pintor valenciano Asensio Juliá). Una imagen que aparece superpuesta a un plano de Kiev con un cielo plagado de humo.

Todo lo que gana con sus obras, salvo la parte que le sirve para recuperar los costes de producción, Lechevalier lo dona a organizaciones ucranianas. Según relata, sus fotomontajes tratan de transmitir varias ideas. Primero, que los habitantes de cada país experimentamos cosas que son tan diferentes que podrían ser de tiempos diferentes. Segundo, que en Occidente, solo somos espectadores frente a «cuadros» que nos conmueven, como en un museo. Y tercero, que algunas cosas no cambian a lo largo de los siglos.

El fotógrafo estadounidense Brian McCarty también ha capturado con su cámara el impacto del conflicto, aunque en este caso sobre los niños y de una manera muy especial. Con la ayuda de un terapeuta, se ha reunido con algunos de los pequeños que han sido víctimas de la guerra en sesiones donde les han ayudado a «relajarse y a compartir de manera segura sus experiencias» a través de dibujos. Según cuenta, no les presionan lo más mínimo, y simplemente les ayudan a crear un espacio de confianza para que cuenten la historia que «quieran compartir con el mundo». Posteriormente, el fotógrafo recrea las escenas que los niños han representado en papel, pero con juguetes. 

Nika, de 6 años, estaba viendo dibujos animados con su hermano cuando apareció una alerta de noticias en la pantalla: Rusia había invadido Ucrania. Este es el primer recuerdo de guerra de Nika y el comienzo de un capítulo completamente nuevo en su joven vida. Ella y su hermano se sentaron allí, confundidos y asustados, mientras sus padres corrían por su casa y rápidamente recogían los artículos esenciales que podían antes de dirigirse a un refugio. Durante las siguientes ocho semanas, Rusia sitió la ciudad natal de Nika, Chernigiv, y la sometió a ataques aéreos, artillería y tanques casi constantes. Sin embargo, todavía recuerda más el comienzo, cuando su mundo cambió para siempre. Las caras sonrientes en el dibujo de Nika son típicas de su edad, ya que los niños tienden a dibujar sonrisas como expresión predeterminada, independientemente de la intención emocional, hasta los 8 o 9 años.
Después de soportar el bombardeo y el asedio de las fuerzas rusas, Alina, de 11 años, y su familia pudieron escapar de Chernigiv. En la superficie por primera vez desde el comienzo de la invasión rusa, Alina vio la destrucción de su ciudad a través de la ventana de un taxi camino a la estación de tren. Recuerda haber visto un oso de peluche que había sido arrojado contra un árbol por un ataque aéreo en una casa, y se pregunta qué le habrá pasado al niño que lo amaba.

El proyecto de McCarty, llamado War Toys, está diseñado para «sortear las defensas de las personas y presentar las realidades de la guerra de una manera más digerible a través de un filtro de juego», según asegura su creador, que añade que «hacer que los juguetes representen estos horrores invoca las herramientas que todos usamos orgánicamente cuando éramos niños para dar sentido al mundo sin ser consumidos por él». El fotógrafo estadounidense lleva años realizando una labor parecida en conflictos de todo el mundo. Un proyecto que finalmente germinó en la creación de una ONG en 2019 que ofrece programas educativos en todo el mundo y ha donado cientos de juguetes para los niños desplazados por los conflictos.

Ni siquiera el famoso artista británico Banksy ha querido perder la oportunidad de utilizar la guerra para hacer arte. El pasado noviembre publicó en sus redes sociales un vídeo donde se veía como realizaba hasta siete pinturas en diversas fachadas de distintas ciudades ucranianas, algunas de las cuáles estaban totalmente destrozadas, «en solidaridad con el pueblo de Ucrania». Lamentablemente, en los últimos meses algunas personas han tratado de robar estos murales, que poseen un gran valor, para posteriormente revenderlos. Sin ir más lejos, en enero de este año se detuvo a un hombre en Gostomel que había cortado la pared de una de las pinturas, la había envuelto y se disponía a cargarla en su coche. Ahora se enfrenta a una pena de hasta 12 años de prisión.

Mural de Banksy en Ucrania
Mural de Banksy en Ucrania
Mural de Banksy en Ucrania
Mural de Banksy en Ucrania
Murales de Banksy en Ucrania. EUROPA PRESS

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