Espectacular. El PP ha literalmente arrasado en los municipios más importantes y en las comunidades que estaban en la pugna por la primogenitura y el PSOE ha perdido estrepitosamente en todos los puntos que le interesaban.
Claro, si el PP gana al PSOE por 75o.o00 eso significa que además de absorber los 1.800.000 votos, pongamos 100.000 menos que se habrán quedado en su casa, que han quedado abandonados por Ciudadanos los populares han rescatado 200.000 que proceden de otro lado, probablemente del PSOE.
Eso significa que los presidentes de las comunidades gobernadas por el Partido Socialista y los alcaldes pertenecientes al PSOE ha pagado los platos rotos, y rotos a modo, por el Gobierno de coalición.
Ellos han sido las víctimas de este Gobierno ante las que nada han valido los anuncios hechos una y otra vez, y otra, y otra, frente a la infame política llevada a cabo por Pedro Sánchez en todos los órdenes, empezando por los indultos a los condenados por el proceso independentista catalán, la supresión del delito de sedición, y la reforma del delito de malversación, la ley del sólo sí es sí, la ley de Memoria Democrática, y tantas y tantas leyes que se han puesto en la consideración ciudadana por delante de los candidatos socialistas de toda España y eso ha sido lo que les ha hundido.
El PP ha ganado en absolutamente todos los municipios y en casi todas las comunidades autónomas que estaban en liza. Incluida la ciudad autónoma de Melilla donde Juan José Imbroda vuelve a presidir el gobierno. Pero ha ganado también en Extremadura, el gran refugio del PSOE alterado una única vez en toda la historia de la democracia por el PP de José Antonio Monago, y ahora es la segunda ocasión en que se le arrebata la presidencia de la comunidad, algo que ni los propios populares esperaban.
Pero es que ha perdido también la ciudad de Sevilla, la única joya que le quedaba en Andalucía y que habían acariciado los socialistas y mimado como quien cuida al amor de su vida. Sevilla ha sido ganada por un alcalde por quien no daban un duro, porque era un desconocido, desde la propia sede de Génova.
Y el PSOE ha perdido la comunidad de Valencia, otra joya de la corona socialista. Y no sólo la comunidad, también ha perdido la capital de la comunidad. Han perdido también Valladolid, Palma de Mallorca y el propio gobierno balear y suma y sigue.
En resumen, un desastre sin paliativos, que el presidente del Gobierno ha hecho pagar a sus candidatos, empeñado como ha estado en ignorar el altísmo precio que éstos podían pagar por acciones que no les correspondía remunerar a ellos.
Ahora se abre un periodo de digestión de los resultados pero teniendo muy presente que es a Pedro Sánchez a quien deben la hecatombe padecida. Y eso puede significar que al hasta ayer intocable presidente y secretario general del partido se le mueva la silla se busque a un candidato que no mienta y al que le dé vergüenza pactar con los asesinos inlcuidos en la listas de Bildu. Formación, por cierto, que ha conquistado una posición muy mejorada -es la primera fuerza en Vitoria- gracias al blanqueo que le ha proporcionado convertirse en muleta del Gobierno de España.
Hay que tener en cuenta, y los socialistas con una idea de lo que era el partido antes de Pedro Sánchez la tendrán, que el único barón que ha conseguido salvar los muebles es el que más se ha distanciado del presidente del Gobierno durante toda la legislatura. Y eso tiene una traducción evidente.
La paliza del PP es la primera fase de una segunda vuelta para entronizar a Alberto Núñez Feijóo en las elecciones de diciembre porque todo aquél que haya retirado su voto al PSOE en estas elecciones no se lo va a devolver, y eso con mucho mayor motivo, en los comicios de diciembre.
Vox dobla su representación pero va a tener un problema a partir de ahora: cualquier reclamación fuera de lugar en las comunidades en las que su presencia es necesaria para configurar un gobierno de la derecha y cualquier negativa a participar en ese hipotético gobierno si no se atienden sus exigencias, se traducirá en las próximas elecciones generales en un reagrupamiento de los votos en favor del PP y en detrimento del partido verde. Eso es algo que tienen que tener muy presente los de Santiago Abascal.
Las fuerzas de la ultraizquierda se han diluido en la nada más absoluta. Podemos no aparece en la comunidad de Madrid, que fue su cuna. Y los aliados de Sumar están en franco retroceso lo cual pone a Yolanda Díaz en una tesitura desconocida para ella, tan triunfadora en la apreciación de los ciudadanos según los sondeos, que ha perdido la opción de Ada Colau y también la opción de Ribó, puesto que la de Mónica Oltra ya estaba perdida, y hasta la opción de Más Madrid, que no pierde la segunda posición en favor de Juan Lobato del PSOE por unos cuantos votos. Y hasta Rita Maestre ha perdido siete de los concejales que obtuvo con Manuela Carmena.
El gran perdedor de estas elecciones es el Gobierno de España al que le queda una segunda vuelta en diciembre para terminar lo que se ha empezado ayer.