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El PP espera ser determinante en el ayuntamiento de Barcelona con Trías y Collboni

No es Cataluña un terreno propicio para el PP. Hace tiempo se convirtió en una fuerza casi extraparlamentaria, aprisionada entre Ciudadanos y Vox, que le superaron por su izquierda y su derecha. Sin embargo, el derrumbe de los naranjas y cierto estancamiento de los de Santiago Abascal les permite albergar la esperanza de una tímida recuperación. La gran batalla del 28-M en Cataluña es el ayuntamiento de Barcelona, puesto que no se celebran autonómicas en este territorio. Ahí es donde las principales fuerzas políticas se la juegan, en una situación paradójica de triple empate entre Xavier Trías (Junts), Jaume Collboni (PSC) y Ada Colau (Comunes).

¿Y cuál es el papel que pueden jugar los populares en este escenario? «pues ser determinantes en la configuración del futuro consistorio puesto que va a ser imprescindible el concurso de dos grandes fuerzas y de una tercera menor«, explican a El Independiente fuentes próximas al candidato popular, un redimido Daniel Sirera.

Posiblemente el escenario que salga tras el 28-M va a exigir de un pacto a varias bandas, como hace cuatro años, pero con actores políticos distintos. Los populares tejen un «cordón sanitario» en torno a Ada Colau, convertida en su bestia negra y en el eje de los mensajes de su campaña. Pero no así con Trías y Collboni. Porque el primero, a pesar de ser el candidato por sorpresa de Junts, poco tiene que ver con el eje Waterloo-Barcelona. De hecho, el histórico dirigente catalán abjurará de las siglas en su cartelería electoral e integrará nombres del Pdecat en su candidatura para darle un pátina de cierta moderación.

La fragmentación hará imprescindible «el concurso de dos grandes fuerzas y de una tercera menor»

Asimismo, los populares catalanes aspiran a tener interlocución con el candidato del PSC y ex primer teniente de alcalde. Consideran que la fórmula más probable de coalición pasa por un acuerdo entre Trías y el socialista, pero aún así pueden estar necesitados de reforzar esa alianza, y ahí entrarían los de Sirera.

Actualmente el PP catalán sólo tiene dos concejales en Barcelona. Una magra cosecha, luego empeorada en las autonómicas del 14 de febrero de 2021 cuando confirmaron su tendencia descendente y perdieron otro diputado más en el Parlament en comparación con los comicios de 2017. En las últimas catalanas consiguieron tres asientos, frente a los seis de Ciudadanos y los 11 de Vox.

En cambio, el partido de Abascal no está representado en la Ciudad Condal, donde los populares esperan, al menos, duplicar sus concejales, de dos a cuatro, incluso cinco en el mejor de los casos, aunque no faltan en Génova los creyentes de un milagro que los aúpe hasta los seis por la más que previsible desaparición de Ciudadanos en el territorio que vio nacer, políticamente hablando, a Albert Rivera e Inés Arrimadas.

Las fuentes consultadas rebajan el ardor guerrero de los suyos desde Madrid , pero, por contra, aspiran a jugar un papel determinante en la ciudad que los devuelva cierto protagonismo político, como primer paso de una estrategia destinada a resucitar en Cataluña. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, es consciente del agujero negro que supone Cataluña para la cuenta de resultados electorales de su partido. Necesita crecer en este territorio para afianzar el triunfo que le auguran las encuestas con permiso el director del CIS, José Félix Tezanos.

Esa por ver, además, el grado de implicación de Cayetana Álvarez de Toledo en la campaña catalana. La diputada díscola se ha dejado ver por Barcelona y parece dispuesta a arrimar el hombro. En enero de este año coincidió con Feijóo en el acto de presentación de la candidatura de Sirera. Es un buen antídoto contra Vox, incluso, o por ello, rompiendo en el Congreso la disciplina de voto para sumarse, precisamente, a una moción de Abascal que exigía aplicar un 155 educativo en Cataluña. Pero aunque públicamente dicen contar con ella, hay dirigentes destacados qua la consideran una bomba de relojería que acabó enfrentada tanto con Mariano Rajoy como con Pablo Casado.

El problema es que más allá de la celebración pendiente de un congreso territorial, no hay una estrategia aún muy definida más allá del «catalanismo amable» y del hecho de que Génova haya tomado las riendas de la dirección regional para poner y quitar candidatos, como ha sido el caso de Sirera. Eso ha provocado tensiones internas, hasta dimisiones de cúpulas locales. Madrid no tiene claro aún en qué momento abordar la cita congresual. Aplazada por los comicios municipales del 28 de mayo, en la planta cuarta de la sede nacional, donde se ubica Organización, se inclinan por posponerlas a después de las generales, para no abrir frente internos.

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