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“¡En mi vida compraría un filete ya empanado o comida envuelta en plástico!”

Está contento, no lo oculta. También cansado, su cara lo refleja. Pero la energía a Karlos Arguiñano le sigue brotando a borbotones. Hoy es un día de presentación, su noveno libro de recetas -de la mano de Planeta- sale a la venta directo al mercado navideño. La editorial aspira a reeditar el éxito de las ediciones anteriores. Hasta ahora casi un millón de ejemplares vendidos acreditan que apostar por el televisivo cocinero vasco es éxito casi asegurado. ‘Cocina fácil y rico’ nace con el objetivo de que sus 600 recetas vuelvan a ocupar los puestos de cabeza entre los libros de los grandes autores. Esta vez se trata de una recopilación de los 400 platos que cocinó el año pasado en su programa de televisión, además de otras 200 recetas más, incluidos platos de panadería y bollería de su hijo Joseba.

Un voluminoso tomo, «son 2,5 kilos de peso» con todo tipo de propuestas, sin complicaciones ni productos imposibles: «Yo cocino para el 95% de la gente», proclama Arguiñano. El 5% restante que deja fuera es la ciudadanía que no está dispuesta a renunciar a una cocina sencilla, económica y con productos de cercanía y de toda la vida. Es la cocina que él reivindica. A sus 74 años, el cocinero de Beasain (Gipuzkoa) no baja el ritmo. Cada día, una grabación para la televisión, «con un millón de personas viéndome, eso es como para venirse arriba, ¿no?». Sin descuidar las obligaciones de su restaurante sobre la playa de Zarauz y otros muchos compromisos profesionales.

A este cocinero, padre de seis hijos y ‘aitite’ de 13 nietos, cuando se le pregunta si alguna de las recetas de su nueva publicación las situaría entre sus favoritas, apela a la muerte: «Si supiera que me muero mañana pediría cocochas salteadas con angulas y un poco de ajo. Con 125 gramos sería suficiente, pero como me voy a morir, ¡que sean 200 gramos!», asegura divertido.

Arguiñano sabe que la inflación está complicando la vida a hogares y familias, que la compra de cada día se hace más cuesta arriba: «Aún quedan muchas cosas baratas, como los platos de cuchara. Con un kilo de alubias das de comer a diez personas».

Sin tiempo para cocinar

A sus espaldas acumula 34 años tras los fogones. En ellos ha visto de todo, la evolución de la cocina y la modernización de las herramientas: «Yo cocino a la antigua, no tengo Thermomix, sigo con una batidora alemana muy antigua», afirma. La modernidad, ni la gastronómica ni la tecnológica, figuran en su carta. La obsesión de Arguiñano es la sencillez.

Acumula décadas invitando a quien le ve y le escucha a atreverse a cocinar, a dar el paso. No comprende que alguien justifique no cocinar por carecer de tiempo, dinero o conocimientos. «Me llama la atención que tengamos una hora para ir al gimnasio o hacernos las uñas y no para cocinar, ¡cuando podemos cocinar platos en cinco minutos!».

Asegura que todos los platos de su libro «salen bien si se siguen los pasos»: «Si no, invito yo a comer». Está sorprendido de que las nuevas generaciones en ocasiones no hayan tenido un periodo para adquirir conocimientos básicos para cocinar, al menos lo esencial: «A los hijos nos preocupamos por formarles, en la escuela, el bachillerato, la universidad, que hablen cuatro idiomas, hagan surf y spining… ¡pero luego no saben hacer ni una tortilla de patata!». Entre sus manías y ‘líneas rojas’, Arguiñano sitúa la comida precocinada «y la que viene envuelta en plásticos»: «No me entra en la cabeza que alguien no tenga tiempo ni para empanar un filete. Yo jamás compraré un filete ya empanado».

La carne roja, menos sana

Por ahora, el popular cocinero vasco seguirá entrando en millones de hogares con su cocina y su ironía, con su sabiduría popular que le permite conectar «más con ellas que con ellos» y sumar años a su larga trayectoria entre focos y fogones.

Repasa sus años de cocinero y subraya que ahora se ha mejorado mucho en la calidad de la comida y en aspectos como el «desengrasado» de muchos platos: «También está la carne roja, es menos sana y no puedo recomendarla, eso que a mí me gusta mucho. Sí animo más a carnes como el pollo o el conejo».

Karlos Arguiñano agradece en cuanto puede a su equipo. Está conformado por más de una veintena de personas. Sin ellos «no sería lo que soy». Personal que se encarga de repasar sus recetas, planificar las que cocinará cada día, atender a los medios y diseñar el horizonte profesional intenso e incansable que arrastra desde que conectó con la ciudadanía. Una ruta en la que primer le acompañó su hermana Eva y ahora lo hace también su hijo Joseba, quien ha seguido los pasos televisivos de su padre y se ha convertido como el posible sucesor de Arguiñano. De Karlos a Joseba… hasta que el plato de cocochas y angulas de 200 gramos tenga que prepararse.

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