La división exhibida por el independentismo no es exclusiva de los partidos políticos. Tampoco de las entidades como Òmnium y la Asamblea. La crisis derivada de una falta de objetivos claros ha alcanzado también al sindicato de estudiantes SEPC, uno de los principales motores de las movilizaciones secesionistas de los últimos años.
El Sindicato de Estudiantes de los Países Catalanes (SEPC) ha celebrado esta semana su Asamblea Nacional con la confirmación de haber perdido dos de sus grupos históricos y más combativos: el del campus universitario de Diagonal y el del Raval.
Ambos núcleos han anunciado su disolución y siguen la estela de Horitzó Socialista, la escisión de Arran surgida el pasado verano por similares motivos. En el caso de la organización juvenil de la CUP, se escindieron las asambleas de Valencia, Alt Urgell, Reus, Hospitalet y barrios de Barcelona. Su argumento: el independentismo no se puede imponer a la «lucha de clases» y la organización ha dejado de ser un buen espacio de acogida para los comunistas.
Comunismo vs independentismo
Los críticos argumentan que en los últimos años «se han evidenciado las limitaciones de la estrategia de unidad popular» seguida por la izquierda independentista «por sus tendencias socialdemócratas, oportunistas y reformistas».
«Somos un conjunto de gente convencida de que se tienen que liquidar el sistema capitalista y no vemos en Arran una herramienta útil» argumentaba María Bastida, portavoz de Horitzó Socialista. Los escindidos del SEPC añaden la denuncia de «represalias y expulsiones» y anuncian la disolución del grupo de Diagonal ante «la imposibilidad de llevar a cabo un proyecto comunista en el SEPC».
Un proceso que ha provocado la hilaridad de algunos militantes en las redes, y la indignación de la mayoría. Les acusan de romper la unidad de acción y de subordinar la lucha por la «liberación nacional» a la revolución comunista.
Se trata, en todo caso, del núcleo duro que sostuvo y lideró las protestas de 2018 y 2019 tras la sentencia del procés, secundando los cortes de carreteras y enfrentamientos con la policía propuestos desde los CDR.
Punto de mira policial
Así al menos lo creen las fuerzas de seguridad. Tanto la Policía Nacional como los Mossos d’Esquadra han intentado infiltrar a informadores en ambas organizaciones. Y ambos cuerpos han sido descubiertos. El último caso es el del joven al que intentó captar el CNP para informar sobre el SEPC y las juventudes de Esquerra.
Un caso que obligó al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, a responder a los republicanos que le acusaron de tratar a sus juventudes como terroristas. No han sido los únicos. Esta semana un agente de la Comisaría General de Información de los mossos declara ante un juzgado de Hospitalet de Llobregat acusado de suplantación de identidad para seguir las actividades del SEPC
El SEPC ha sido el protagonista además de los sucesivos escraches a la organización S’ha Acabat! que ha intentado rebatir su control de los campus catalanes. También el impulsor de los boicots a cualquier acto en el ámbito universitario que no se ajustara a la ideología independentista, desde una conferencia de Cayetana Álvarez de Toledo a un seminario de homenaje a Miguel de Cervantes.