Se agota el tiempo para que el partido demócrata y el republicano se pongan de acuerdo para ampliar el techo de gasto de Estados Unidos. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, fijó el 1 de junio como la fecha en la que empezarían los problemas para que el Estado pudiera hacer frente a los pagos y pudiera continuar emitiendo deuda.
Yellen fue muy dura en sus palabras y aseguró que “un incumplimiento (en los pagos) amenazaría las ganancias por las que hemos trabajado tan duro durante los últimos años en nuestra recuperación ante la pandemia. Y provocaría una recesión global que nos haría retroceder mucho más”. Añadió que esta situación puede «socavar el liderazgo económico mundial de EEUU y generaría dudas sobre nuestra capacidad para defender nuestros intereses de seguridad nacional”.
Si el Congreso de Estados Unidos no logra un acuerdo para ampliar el límite de la deuda, la administración Biden podría verse obligada a suspender los pagos a pensionistas, a los funcionarios o a los beneficiarios de programas estatales, como los veteranos del ejército. No se trata de un cierre de Gobierno (shutdown), sino de la cantidad de bonos y letras del Tesoro que Estados Unidos puede emitir por norma.
No es la primera vez que ocurre, tampoco bajo el gobierno de Biden. Sin embargo, las consecuencias de que se sobrepase ese límite pueden ser tan dramáticas para la economía que Yellen basa en eso su discurso. Además, ahora los demócratas tienen que lograr el apoyo de los republicanos, que tienen mayoría en la Cámara de Representantes. Desde el Real Instituto Elcano apuntan que «en esta ocasión, la polarización política puede hacer el proceso mucho más complejo, y las implicaciones económicas globales de un fracaso podrían ser catastróficas».
Biden es consciente de la situación a la que se enfrenta y prueba de ello es que ha cancelado un viaje previsto a Australia para continuar con las negociaciones con el líder republicano de la Cámara, Kevin McCarthy. Los republicanos exigen a los demócratas un recorte en el gasto público y aunque la reunión que mantuvieron ambos líderes este martes fue «productiva», en palabras de McCarthy, el acuerdo sigue lejos.
¿Qué es el techo de deuda?
Desde 1917, el Congreso fija el límite de deuda en que puede incurrir el Tesoro de Estados Unidos para hacer frente a los pagos de sus obligaciones. Es decir, la cantidad de deuda que puede emitir mediante bonos y letras. Cuando el Tesoro tiene que ampliar este límite los congresistas tienen que votar su aprobación.
Como explican desde Elcano, «el 19 de enero de 2023, EEUU alcanzó el techo de su deuda pública, establecido en 31,4 billones de dólares. La Administración Demócrata del presidente Biden lleva desde entonces reorganizando sus partidas de gasto y acelerando su recaudación fiscal para poder seguir haciendo frente a sus pagos y mantener abierto el gobierno federal. Asimismo, ha intentado en varias ocasiones negociar con la mayoría Republicana en el Congreso un aumento del techo de deuda».
¿Qué implicaciones tiene la ampliación del techo de deuda?
«Cada crisis del techo de la deuda crea inestabilidad en el mercado financiero. Además, estas crisis recurrentes han dado lugar a fases de angustia en el pago de la deuda por parte del Gobierno federal y a la dependencia de las acciones de última hora del Congreso para garantizar el pago en su totalidad y a tiempo», comentan desde Scope Ratings.
«Cada crisis del techo de la deuda crea inestabilidad en el mercado financiero»
scope ratings
Desde BlackRock coinciden en que «incluso si se alcanzara un acuerdo antes de ese mes, esperamos que la disputa por la deuda avive la volatilidad de los mercados». Las consecuencias de que no hubiese un acuerdo, según los investigadores de Elcano, pasarían por «una revaluación del resto de los activos financieros, ya que los bonos del Tesoro de EEUU son el activo libre de riesgo por excelencia y se utilizan para la valoración y fijación del precio del resto de los activos».
Por lo tanto un impago produciría «subidas en las rentabilidades del resto de activos de renta fija al tiempo que caerían las bolsas y, posiblemente se depreciaría el dólar. Además, el caos financiero y la incertidumbre llevarían a una contracción del consumo y la inversión y una caída del crédito, lo que probablemente llevaría a EEUU a una recesión», añaden.
¿Qué ha ocurrido otras veces?
En 2011, con Barack Obama en la Casa Blanca, la entonces mayoría republicana de la Cámara de Representantes se negó a aprobar una ley para aumentar el techo de deuda, lo que desató el caos en los mercados financieros y llevó a que Standard & Poor’s rebajara la nota de solvencia del país. Finalmente, se logró el acuerdo entre republicanos y demócratas.
Dos años después, en 2013, Obama volvió a enfrentarse al techo de deuda y cuando faltaban apenas unas horas para que se cumpliese el plazo que había dado el Tesoro logró la aprobación del Congreso para ampliarlo. En aquella ocasión y según recogió la agencia EFE, más de 800.000 empleados federales se quedaron sin trabajo y sueldo durante más de dos semanas, mientras numerosos servicios y organismos dependientes del gobierno federal debieron cesar sus actividades ante la falta de fondos.
«Durante la presidencia de Trump (2017-2021), el Congreso aumentó el techo de deuda tres veces y, en agosto de 2019, se llegó a un acuerdo para suspenderlo durante dos años. Cuando el período de suspensión del techo de la deuda llega a su fin, éste se restablece incrementado por el importe del endeudamiento que ha tenido lugar durante este período de tiempo», recuerdan desde el Instituto Elcano.
En el caso de Biden, en octubre de 2021 logró la suspensión del techo de deuda hasta diciembre del mismo año. A finales del mismo ejercicio, el Congreso aprobó un nuevo techo de gasto hasta 2023. Desde que se instaurase este límite en 1917, Estados Unidos no ha incurrido nunca en suspensión de pagos. Aunque ha estado cerca, siempre se ha llegado a un acuerdo antes de la fecha límite.