Esta semana dos de los bancos centrales más importantes decidieron subir los tipos de interés en 25 puntos básicos. En el caso de la Reserva Federal se situaron en el rango del 5-5,25% y en el del Banco Central Europeo en el 3,75% (máximos desde octubre de 2008). Ambos organismos tienen el mismo objetivo: luchar contra la inflación y devolverla al 2%. Sin embargo, el mensaje que lanzaron sus presidentes fue diferente. Jerome Powell, primer espada de la Fed, anunció una pausa en el ciclo de subidas. Pero Christine Lagarde, su homóloga en el BCE, aseguró que continuarán con la subida de tipos.
La política monetaria más restrictiva tarda hacer efecto en la economía. Lagarde señaló que en la zona euro comenzará a notarse a finales de este año. Por ello, la gran diferencia entre ambos discursos se puede resumir en dos motivos. El primero de ellos es porque el punto en el que están los tipos en ambas zonas no es el mismo. El segundo motivo es porque las turbulencias bancarias en EEUU todavía están latentes, de hecho, el jueves dos nuevos bancos regionales se desplomaron en bolsa. Por lo que respecta, a la eurozona el colapso de Credit Suisse, que salpicó en un primer momento, se resolvió de manera rápida. De hecho, el BCE no nombra nada de posibles efectos negativos en el sistema financiero europeo en su comunicado.
Lagarde defendió la independencia del BCE para tomar sus decisiones al margen de otros bancos centrales como la Reserva Federal de EEUU. «El BCE es independiente de la Fed, miramos lo que hacen otros bancos centrales y la economía de USAtiene repercusiones en el resto del mundo, pero tenemos nuestro objetivo (…) No somos dependientes de la Fed», señaló.
Ante este escenario de no pausa en el BCE, el economista jefe para Europa de Bank of America, Rubén Segura-Cayuela, confirma que mantienen sus previsiones de “dos subidas más de 25 puntos básicos (junio y julio), siendo septiembre la fecha más temprana para que el BCE deje de hacerlo”. En su opinión, “los riesgos se inclinan claramente hacia una mayor subida por parte de un banco central que sigue siendo extremadamente dependiente de los datos, con mucho peso en la evolución a corto plazo de la inflación subyacente” y no esperan que el primer recorte de los tipos llegue antes de junio de 2024.
Desde Lombard Odier señalan que Powell reconoció que las tensiones bancarias y el endurecimiento de las condiciones crediticias estaban contribuyendo a que la política monetaria sea ya suficientemente restrictiva. Subrayó que un endurecimiento acumulado de los tipos de 500 puntos básicos, la reducción en curso del balance de la Reserva Federal y la menor disponibilidad de crédito son medidas importantes, y que el pleno efecto del endurecimiento de la política monetaria sólo se dejará sentir con retraso. “Creemos que la carga de la prueba se ha desplazado ahora para la Fed: de requerir más pruebas de que la inflación ha disminuido a hacer una pausa, a requerir más pruebas de que el proceso de ajuste se está estancando para subir”, apuntan.
Por lo que respecta al BCE, Lombar Odier explican que la inflación aún elevada, la preocupación del BCE por los efectos secundarios y el mensaje claro en su conferencia de prensa de que no va a hacer una pausa hacen probable una subida adicional de tipos de 25 puntos básicos en junio. “En ausencia de tensiones bancarias imprevistas, también esperamos que se mantengan los tipos durante el resto de 2023, lo que reduciría el crecimiento a tan solo el 0,7% para todo el año”.
Por su parte, desde Plenisfer Investments (parte del ecosistema de inversión de Generali Investments) explican que a la vista de los recientes acontecimientos del mercado, que siguen pensando que la fragilidad del sistema financiero impone una ”pausa para la reflexión” a los bancos centrales, atrapados en el dilema entre la estabilidad del sistema y la lucha contra la inflación. A corto plazo, “el riesgo de recesión es cada vez mayor, aunque no puede excluirse un posible retorno cíclico de la inflación”.