La coalición de PSOE y Podemos cruje. Los dos socios han atravesado innumerables crisis en medio de una legislatura azotada por la pandemia y por la guerra de Ucrania, vivieron incluso un pico de tensión máxima en un Consejo de Ministros del pasado julio, cuando Pedro Sánchez amenazó con destituir a los integrantes morados de su Gobierno si no apoyaban la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN y la concesión de un crédito extraordinario de mil millones de euros para Defensa. Pero ahora buscan capear la mayor batalla pública, y la más grave, de los últimos tres años, de difícil salida, y a escasos tres meses de las elecciones municipales y autonómicas. El detonante ha sido, otra vez, la ley del solo sí es sí. La norma bandera de Igualdad que lleva sembrando de conflictos el bipartito desde su arranque. El texto que concentra buena parte de los dramas que ha vivido el Ejecutivo y que ahora amenaza con hacerlo estallar a las puertas de una fecha simbólica, el 8 de marzo, el Día de la Mujer.
Pero la orden del presidente es clara, defendida públicamente por él mismo, adoptada con todas las consecuencias. E irreversible, como dicen todos en su entorno. Reformar el sí es sí. Sin forzar la maquinaria pero sin demora, sin correr pero de urgencia. Con Podemos o sin Podemos. Pero la reformará.
Lo hará para alivio de los barones, dirigentes del partido y ministros que en los últimos meses habían empujado para el cambio, en un clamor acompasado con la creciente alarma social por las rebajas de penas y excarcelaciones —ya van más de 510 beneficiados, al menos— provocadas por la ley. El PSOE aplaude a su líder, demanda que la modificación legal se haga cuanto antes para detener una venenosa sangría electoral. Y aunque no pone reparos a que la iniciativa salga adelante con los votos del PP, se sitúa en el escenario del acuerdo con los morados. Los socialistas presumen que Irene Montero cederá, que se apeará de un «empecinamiento» que apenas pueden comprender. Creen que la ministra de Igualdad claudicará igual que lo ha hecho su compañera Ione Belarra con la ley de bienestar animal, cuyo dictamen aprobó —por los pelos— el pleno Congreso el pasado jueves con el sí de Unidas Podemos, pese a que hasta ese día había combatido con fiereza la enmienda socialista que excluía de la norma a los perros de caza.
Sánchez ya dejó claro esta semana que la ruptura de la coalición ni se «contempla» y que apoya a todos sus ministros, incluidas Montero y Llop
El duelo a garrotazos de las últimas dos semanas entre los socios de coalición, especialmente a raíz de que el PSOE registrara de manera unilateral su proposición de ley de reforma del sí es sí, el pasado lunes, está dejando un poso de preocupación visible en el partido, además de un ambiente político muy cargado. Inquietud que en la Moncloa intentan relativizar con el argumento de que el Ejecutivo ha sufrido incontables episodios de tensión que al final acababan resolviéndose. El propio Sánchez buscó conjurar el riesgo de ruptura —un rumor que había ganado intensidad a la vista de la escalada dialéctica de esta semana— en la madrugada del viernes, en la rueda de prensa que abrochó un larguísimo Consejo Europeo en Bruselas. La coalición, aseguró, no va a estallar, «no se contempla«. «Todos mis ministros y ministras cuentan con mi confianza. Desde luego, también la ministra de Igualdad«, añadió, descartando así la salida de Irene Montero, que habría supuesto de facto la ruptura del Gobierno, pero también el sacrificio de la titular de Justicia. La caída de Pilar Llop había circulado como una pura especulación durante unas horas, pero la Moncloa no tardó en manifestarle su pleno respaldo.
El presidente ha sido en estos días medido en declaraciones sobre la crisis en su Ejecutivo, pero a la vez tajante. Ante los suyos, subrayó que se quedaba «corto» al advertir de los «efectos indeseados» de la ley del sí es sí, una forma de definir lo ocurrido como un agujero negro. Les dijo que hay que «utilizar el diálogo», sí, «pero resolver el problema«. O sea, que reformará el texto con seguridad. Y desde Bruselas incluso expresó lo más parecido a una disculpa pública que hasta ahora no ha salido de labios de Montero y su equipo.
«Yo lamento esta situación. La lamento —recalcó—, y creo que a las víctimas no solamente hay que trasladarles esa solidaridad con la palabra. Tenemos que hacerlo con hechos […]. Y es lo que hemos hecho con esta proposición de ley que plantea el Grupo Socialista», que pretende «retocar desde el punto de vista técnico, con todas las garantías jurídicas», la rebaja de penas a futuro, sin tocar «la esencia, el corazón de la ley del sí es sí, el consentimiento». Ahora son los grupos, añadió, los que «van a tener que trabajar esta proposición de ley», y no ya, por tanto, Justicia e Igualdad. Y «si hay algo que une a todos los grupos, hayan votado o no esta ley, es precisamente el no rebajar las penas a los agresores«, manifestó en otro reconocimiento explícito de que de la ecuación no sale el PP, aunque no se negocie con él. «Tenemos no solamente el deber, sino principalmente la obligación de resolver [el problema]. Y ese es mi compromiso también con las víctimas y con el conjunto de ciudadanos», concluyó.
«Un absoluto despropósito»
Los barones socialistas también manifiestan, en primer lugar, su «preocupación» por las víctimas, por el dolor que está causando la rebaja de penas, además de la presumible erosión electoral. «Hay que solucionarlo ya», «lo importante es que se haga pronto», «hay que corregir técnicamente una deficiencia que es clara sin tocar en absoluto el consentimiento», «teníamos que haber reformado desde hace mucho tiempo», apremian varios de ellos consultados por este diario. La reflexión es compartida y en absoluto nueva. De hecho, la presión interna también empujó a Sánchez a tomar una decisión y no esperar más.
El partido respira aliviado tras el gesto de autoridad del presidente, pero urgen a culminar la reforma cuanto antes
Pero el registro de la proposición de ley de manera unilateral, y que ahora se tramitará de urgencia —el PSOE lo pidió este viernes, y lo que implica es que los plazos de tramitación se reducen a la mitad—, ha enmarañado aún más la relación entre los socios, disparando la tensión al máximo. «Se están matando en directo, es un absoluto despropósito», manifiesta una presidenta autonómica. «La sensación no es buena por el ruido ante la opinión pública —tercia un jefe de un potente aparato regional—, pero la imagen de fortaleza y autonomía del PSOE frente a Podemos es muy necesaria. Las coaliciones no son buenas o malas de por sí, lo que es malo es que el socio minoritario parezca que dirige. Y eso, afortunadamente, se ha dejado claro esta semana que no«.
El partido respira aliviado por el gesto de autoridad del presidente frente a los morados. Un golpe que muchos ansiaban hace semanas, más aún tras las bromas de la número dos de Montero, Ángela Rodríguez Pam, sobre las «oleadas» de rebajas de penas a depredadores sexuales. Ahora, las federaciones socialistas que se actúe pronto. Y afirman si, llegado el caso, Sánchez tuviera que apoyarse en el PP, internamente no habría problemas. Pero la vía preferida es la de sacar adelante la reforma del sí es sí con Podemos y los aliados habituales.
«En este caso, no creo que sea tan importante el con quién, aunque evidentemente preferiría con los socios», manifiesta una presidenta autonómica, que no esconde que la pugna descarnada en el Gobierno también puede repercutir en las elecciones de mayo: «No es bueno para nadie tener una guerra abierta con los socios y me resulta incomprensible la actitud de Podemos viendo las consecuencias de la ley». «Lo importante es que se haga cuanto antes la reforma, así que nada que añadir», apunta otra presidenta socialista preguntada por la hipótesis de que el cambio legal prospere gracias al PP. Otro jefe de un Ejecutivo regional coincide: «A mí, mientras se reforme, que sea con quien quiera, pero que lo arreglen ya«.
La dirección del PSOE rechaza «alimentar el ruido» para poder así acercar posturas con los morados y también ganar complicidad con los socios de investidura
La vía PP no la descarta ni la Moncloa. En absoluto. Pero no es la prioritaria. De hecho, aunque los socialistas tramitarán de urgencia la proposición, no quieren estrujar los plazos. La reforma será tomada en consideración por el pleno del Congreso el 7 de marzo, víspera del 8-M, pese a que el grupo mayoritario podría correr más. La dirección quiere bajar la temperatura en la coalición para acercar posturas con los morados y, por otro lado, ir ganando complicidad con los socios de investidura para aislar a Podemos en caso de que no se apee de su negativa a aceptar la propuesta redactada por Justicia. El PNV ya sí se ha alineado con Ferraz. Un movimiento importante, pero insuficiente, porque ERC y Bildu se reconocen más próximos a Igualdad y, además, como Más País, piden que el Gobierno lance un texto unitario.
En la dirección socialista auguran que los morados acabarán cediendo, por la propia «supervivencia» de Montero dentro del Ejecutivo ya, si la iniciativa se aprueba sin ella y con el PP, quedará «humillada» dentro del Consejo de Ministros. Podemos insiste en que no se moverá de su línea roja —no regresar al «Código Penal de La Manada«— y jamás asumirá una reforma que reintroduzca como elemento «central» para graduar las penas la concurrencia de la violencia, la intimidación o la anulación de la voluntad de la víctima, como plantea Justicia.
Es el «superprecedente»
Sin embargo, para el PSOE, el giro a ultimísima hora de UP en la ley de bienestar animal marca el camino. «No es un precedente, es el superprecedente«, advierten en la Moncloa. Los morados, con su líder, Ione Belarra, a la cabeza, habían llegado a llamar a los socialistas «maltratadores» de animales por defender la exclusión de los perros de caza del ámbito de aplicación de la norma. Incluso habían deslizado en Twitter la comparación —luego borrada del perfil de la número dos de la ministra de Derechos Sociales, Lilith Verstrynge— de que Sánchez estaba actuando como Santiago Abascal, dado que Vox apoyó en diciembre, como el PP y el PNV, la controvertida enmienda socialista de los perros de caza.
Si hay convicción de que Podemos cederá es por su «supervivencia», por temor a quedar aislados. También opera el riesgo de «desenamorar» al electorado progresista «cuando más falta hace»
La guerra se llevó hasta el último minuto pero, ante la determinación total de Ferraz de no retroceder en su enmienda, UP tuvo que ceder. Tragar con una inferior protección para los perros de caza para salvar su ley. Como mal menor. La cúpula de Sánchez sentía que no podía dar pasos atrás porque algunos de sus barones habían presionado fuertemente, temerosos de perder parte de su voto en las zonas rurales. Y ya había anticipado que se quería cobrar lo ocurrido en la Ley Trans: entonces, fue el PSOE quien tuvo que ceder porque su exigencia de dar mayores «garantías» a los menores no recabó apoyos suficientes. «Ellos no nos llegaron a verbalizar que votarían a favor de la ley animal hasta una hora antes del pleno —indica uno de los negociadores socialistas—. Pero al final se abrió camino la propuesta correcta y sensata, y lo mismo sucederá con el sí es sí«.
«Podemos terminará entrando —pronostica un barón autonómico—. La soledad es complicada en casos como este. No tengo ni media duda en que en este viaje vamos a contar con la compañía de todos los grupos de la investidura. Esto va a salir sin el PP«. «UP llegará al sitio, encontraremos el lugar más cómodo para todos», manifiesta otro máximo responsable regional, que muestra su inquietud por las consecuencias de una victoria del PSOE de la mano de los populares: «Hay mucho riesgo de romper con el electorado de izquierdas que quiere que se reforme la ley. Pero si lo hacemos rompiendo el relato, yéndonos con el PP, podemos desenamorar a nuestros votantes«. «Este asunto no es más dañino porque dé más votos a la derecha, sino porque se instala una cierta sensación de desazón y desconcierto en el electorado de izquierdas que dificulta movilizarlo cuando más falta hace», avisa un veterano. Otro jefe de una federación de mucho peso se alinea con sus compañeros: «Cuando vean que los demás de la investidura quieren también hacer los cambios, Podemos acabará cediendo. Es de sentido común».
«¿Que Ione e Irene están durísimas? Igual de duras estaban con los perros de caza: dijeron que no votarían a favor si se sacaban de la ley, hicieron campaña en contra, se recorrieron mil perreras… y mira al final«, señala un responsable de Organización regional. No hay dudas: en el PSOE están convencidos de que Podemos no tendrá escapatoria. Ninguna. También lo creen en el Gobierno: «Su resistencia numantina es más personal que política —asegura una ministra—, y tratarán de aguantar hasta el 8-M, y luego dirán que ceden por el bien de la coalición. Pero Irene es cierto que no se ha dejado una línea de retirada. Lo que pasa es que un mes es malísimo para todos. Pero a estas alturas, queda claro que ellas no se van a ir del Gobierno y Pedro no las va a echar. Esto es un empate infinito«.
En Ferraz se quejan de la «cabezonería» de Podemos, imploran «sentido común». Pero públicamente evitan ya la confrontación. El sábado, desde Ermua, el portavoz parlamentario, Patxi López, aseguraba que su partido va a «negociar y dialogar» para «corregir» la ley, pero sin «alimentar el ruido«, para evitar «generar más sufrimiento a las víctimas». El domingo, en Málaga, Sánchez, en su mitin en Málaga, ni siquiera mencionó el sí es sí. Con toda la intención.
Podemos no baja la presión
Pero por mucho que los socialistas se apliquen a partir de ahora al silencio, los morados no bajan la presión. Belarra cargaba el sábado en Valencia contra sus socios tras reconocer la «semana difícil» que había atravesado el Ejecutivo: «La coalición tiene la misma salud de hierro que siempre, con una fuerza como Podemos que transforma, que empuja los cambios, que empuja los avances feministas, y que cuando hay una reacción desaforada de la derecha, defiende esos cambios. Y un PSOE que es una fuerza conservadora, y lo digo en sentido descriptivo, al que siempre le entra miedo. Y están proponiendo volver al Código Penal de La Manada». Verbalmente, la líder de Podemos no bajaba el pistón, y en su dirección dicen que no es una pose. Que en el sí es sí no ocurrirá como con la ley animal. Este domingo, Pam tampoco echaba el freno: «La sorpresa es que a Pedro Sánchez le parezca mejor lo que dice [Alberto] Núñez Feijóo que lo que dice Irene Montero». La secretaria de Estado incluso llegó a subrayar que es «falso» que la ley rebaje las penas, que todo se debe a la «interpretación que hacen de la norma algunos jueces».
Belarra subraya que el PSOE es una «fuerza conservadora» a la que le «entra miedo siempre» y repite que no asumirán volver al «Código Penal de La Manada»
Una línea contraria a la que defiende el PSOE, que pone como condición para el acuerdo endurecer las condenas a futuro —nada se podrá hacer para frenar el goteo de revisiones de sentencias—, manteniendo el consentimiento en el centro. Para Igualdad, la propuesta de Justicia no preserva ese eje, ya que plantea penas más altas para aquellos agresores sexuales que empleen violencia o intimidación o anulen la voluntad de su víctima. Un esquema análogo, dice Podemos, al existente antes del sí es sí.
El margen de negociación es, con todo, estrechísimo. Porque los negociadores de Sánchez, Félix Bolaños y María Jesús Montero, han avalado la redacción de Justicia. El presidente, obviamente, también la defiende y antes de lanzarla consultó con otros miembros de su Consejo de Ministros —como la titular de Defensa, Margarita Robles, magistrada de carrera—, para comprobar que era correcta técnicamente, porque si algo tienen claro la Moncloa y Ferraz es que no se puede repetir un segundo fiasco, de modo que la iniciativa ha de garantizar que se impondrán condenas más elevadas. Justicia propone ese subtipo agravado para diferenciar las agresiones sexuales en las que medie violencia, fórmula rechazada de plano por Igualdad.
El acuerdo, hoy por hoy, parece lejano. Pero en política nada es imposible. Y sobre todo pesa la convicción de que a ninguno de los socios le interesa romper ahora, a 100 días de las autonómicas y municipales y a diez meses de las generales. Mientras socialistas y morados buscan la forma para escapar de su gran crisis, el contador de beneficiados por el sí es sí va creciendo, a la par que la inquietud social. Más de un 94% se dice preocupado por las rebajas de condenas y un 86% quiere que se reforme la ley. Son datos del Instituto Invymark para La Sexta. De este mismo fin de semana. El más duro para la estabilidad de la coalición, quizá, desde el arranque de legislatura.