En mitad de la escalada bélica, con las recientes victorias del ejército ucraniano y la movilización parcial decretada por Vladímir Putin, Ucrania y Rusia han protagonizado en los últimos días un canje de prisioneros que ha ocupado titulares. Kiev ha logrado la liberación de 215 soldados ucranianos y diez extranjeros, entre ellos alguno de los líderes de la agónica resistencia en la acería de Azovstal en Mariúpol, a cambio de 55 prisioneros rusos.
Anna Zaitseva, de 25 años y esposa de uno de los soldados capturados en Azovstal, no se cuenta entre las afortunadas que han visto regresar a su ser querido desde las líneas enemigas. Su marido Kirill, de 23 años, se halla aún en manos rusas, probablemente en Olenivka, una pequeña localidad de la región de Donetsk. «Por desgracia no ha sido liberado. No tengo mucha información sobre él salvo que sigue vivo, por lo que me han contado dos soldados incluidos en el canje», explica Zaitseva en una entrevista a El Independiente.
La joven habló por última vez con su cónyuge el pasado 17 de mayo, poco antes de la rendición de los últimos soldados ucranianos de Azosvtal tras semanas de continuos bombardeos. «Fue la última comunicación telefónica que mantuve con él. De hecho, la llamada se cortó y durante los tres días siguientes no pude ni siquiera entender lo que estaba sucediendo. Pensaba que lo habían matado», evoca Zaitseva, refugiada ahora con su bebé de medio año en Berlín.
108 militares del batallón Azov, en libertad
Moscú intercambió el pasado miércoles comandantes de alto rango del Regimiento Azov de Mariúpol a cambio de un aliado clave del presidente ruso Vladimir Putin, en el mayor intercambio de prisioneros desde que comenzó la invasión a gran escala de Ucrania a finales de febrero.
El acuerdo, que supuso la liberación de un total de 215 ucranianos, incluye a 1o8 combatientes que buscaron refugio en Azovstal después de que las fuerzas rusas asediaran la ciudad. Entre ellos, figuran cinco comandantes, que fueron trasladados a Turquía, informó el presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Permanecerán en este país «con absoluta seguridad y en condiciones cómodas hasta el final de la guerra» como parte de un acuerdo negociado por el presidente turco Recep Tayip Erdogan. En el acuerdo final ha actuado como mediador el príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman.
A cambio, Rusia ha recibido un total de 55 prisioneros, entre ellos el ex diputado ucraniano Viktor Medvedchuk, estrecho colaborador de Putin, acusado de alta traición en Ucrania.
Medvedchuk, un oligarca pro Kremlin al que Putin se refirió como «un amigo personal», fue el preso más destacado canjeado el miércoles. Fue capturado por el Servicio de Seguridad de Ucrania, SBU, el 12 de abril cuando intentaba huir del país mientras vestía un uniforme militar ucraniano.
En la fotografía, los prisioneros aterrizando en Riad, capital de Arabia Saudí. / SPA (Saudi Press Agency)
La prueba gráfica que ha alimentado desde entonces sus esperanzas le llegó a través de una amiga unas jornadas después. Zaitseva reconoció a su marido en un fragmento de vídeo emitido por la televisión pro separatista del Donbás. En la pieza informativa, Kirill -con muletas por las heridas sufridas en las escaramuzas- hablaba a la cámara junto a una hilera de soldados ucranianos detenidos en la acería. «Kirill es hermoso. En el vídeo, incluso estando herida y habiendo pasado tres meses en el refugio, lucía muy bien. Es como un actor», explica con ternura la joven.
La pareja se casó meses antes del inicio de la invasión rusa de Ucrania. Ambos proceden de la maltratada Mariúpol, sometida durante semanas a intensos bombardeos rusos y a un numantino asedio hasta su caída definitiva en mayo. Algunas de las últimas fotografías que conserva de Kirill son de su álbum de bodas, en las playas de una ciudad hoy completamente arrasada. «Lo único que sé es que está vivo porque así me lo han contado dos militares que han sido liberados esta semana», relata. «Me confirmaron que lo habían visto y que se ha recuperado de la lesión de la pierna, donde tenía alojada una bala, pero no sé si ha recibido tratamiento o incluso cirugía».
Malnutrición y vejaciones
Ahora lo que realmente inquieta a Zaitseva son las condiciones de cautiverio que padece su esposo. Las autoridades ucranianas han difundido en los últimos días imágenes del estado de los liberados, un antes y después que muestra la desnutrición que han sufrido. «He hablado solo un poco con los liberados porque están muy ocupados y cansados. Me han contando la sorpresa que ha supuesto para ellos recuperar la libertad, algo que consideran milagroso», esboza.
De los 215 soldados beneficiados del canje, 108 lucharon en Azovstal. «Creo que no me puedo imaginar las condiciones de vida en la que está Kirill. Por las fotografías y los vídeos que han aparecido en los últimos días, debe estar muy delgado porque, según cuentan, las porciones de comida son muy escasas. Apenas tres o cuatro cucharadas. Los liberados parecen salidos de la II Guerra Mundial, de los campos de Auschwitz«, explica Zaitseva. «Y psicológicamente los soldados rusos están intentando quebrar la moral de los militares ucranianos. Es probable que hayan sido torturados y electrocutados».
La joven profesora sabe de lo que habla. Pasó junto a su hijo 65 días en las entrañas del vasto complejo de la acería. «Fue realmente un reto, en primer lugar, para los civiles varones porque debían buscar a diario agua, comida y gasolina para el generador. Debían recorrer la planta bajo los constantes bombardeos y fue una situación muy arriesgada», rememora. «Mi padre trataba de encontrar medicinas para mí y el bebé. Dejé la lactancia por el estrés y la falta de comida. Los soldados lograron hallar fórmulas para el bebé en las farmacias y negocios abandonados de Mariúpol», dice quien compartió estancia con 75 personas. «Los niños estaban muy hambrientos. Jugaban a juegos relacionados con la comida y querían comer todo el rato».
Kirill, soldado, había decidido que cambiaría de trabajo tras el parto pero de pronto comenzó la invasión. Es peligroso ser militar si tienes una familia
Supervivientes del asedio de Azovstal
Su resistencia acabó el 30 de abril. «Por primera vez en mucho tiempo la evacuación resultó un éxito porque en las semanas previas Rusia había bombardeado los pasillos humanitarios», evoca. «Mi madre está conmigo en Berlín, pero mi padre tiene 57 años y no puede dejar el país por la ley marcial aún vigente». Ni siquiera desde el exilio Zaitseva ha dejado de batallar. Acaba de protagonizar un documental y trata de llevar su mensaje a líderes occidentales, empezando por el Papa Francisco.
La guerra cambió los planes de la pareja. «En octubre Kirill concluyó su contrato como soldado. Había decidido que cambiaría de trabajo tras el parto. Es peligroso ser militar si tienes una familia. Entró a trabajar en Azovstal, pero tras la invasión, nos refugiamos en la acería y él decidió tomar de nuevo las armas», narra. Pasó apenas cuatro días con Zaitseva antes de enfundarse el uniforme. «Había tomado parte previamente en los combates del Donbás y en la revolución de Maidán«.
Me sorprendió ver a militares de alto rango ser liberados. Es una buena señal
En el asedio de Mariúpol el joven resultó herido y fue trasladado a una enfermería improvisada establecida en la planta. «Permaneció allí hasta la rendición», precisa quien ha buscado la calma de la diáspora. «Mi bebé Svyatoslav está bien. Es demasiado pequeño para comprender lo que ha sucedido y espero que no recuerde nunca los malos momentos que pasamos en Azovstal».
Zaitseva asume estar pagando un precio desde el 24 de febrero cuando las tropas del Kremlin lanzaron una ofensiva a gran escala contra su país. «Resulta difícil ser la esposa de un soldado y no le deseo esta vida a nadie, pero no tengo otra opción. Lo sabía cuando me casé con él», replica. «Él siempre quiso ser soldado. Es realmente un patriota. Es un hombre fuerte y muy creativo. Cuando yo veía una situación para la que consideraba que no había salida, él se inventaba alguna solución y solucionaba el problema. Es muy positivo y está siempre de buen humor».
«No me cabe duda de que mi marido es un héroe que defendió Mariúpol, un héroe de la resistencia contra los rusos. Desafortunadamente resultó herido en el campo de batalla», comenta. Zaitseva se ha contagiado de su carácter optimista, a prueba de una guerra que ha trastocado sus existencias. Los triunfos militares y las liberaciones alimentan ahora todas sus esperanzas. «Me sorprendió ver a militares de alto rango ser liberados. Es una buena señal. Los éxitos en las líneas del frente permitirán capturar a más militares rusos e iniciar otros procesos de intercambio. Estoy segura al cien por cien que Kirill regresará a casa, como otros tantos militares ucranianos».