Habla en una de sus mañanas libres de escaramuzas, desde el campamento que sirve de centro de operaciones militares. Oleg Sentsov, el cineasta ucraniano que pasó más de cinco años en la cárcel en su Crimea natal, renunció en febrero a su pasión por el cine y permanece desde entonces enrolado en las fuerzas especiales ucranianas, como un soldado más destinado a uno de los frentes más activos en las últimas semanas. “Y aquí seguiré hasta la victoria final”, advierte en una entrevista a El Independiente.
“Dejé de trabajar en la industria cinematográfica porque esta guerra es muy importante para mi país. Se trata de una batalla por nuestra independencia. Si perdemos, perderemos también nuestra libertad”, alega Sentsov, el más conocido de los artistas ucranianos que optaron por tomar las armas desde el inicio de la invasión rusa a gran escala de Rusia, hace ahora ocho meses. “Alguno de mis colegas del gremio siguen tratando de sacar adelante el trabajo. Espero regresar al cine en algún momento, tras un triunfo militar que confío en que no tarde muchos años en llegar”.
El nombre de Sentsov (Simferopol, Crimea, 1976) saltó a los titulares de medio mundo en mayo de 2014, cuando fue arrestado en Crimea tras la anexión de la península por Rusia. El director de Gamer, su celebrada ópera prima que retrata el periplo de un forofo de los videojuegos desde Crimea hasta Los Ángeles, fue juzgado por supuestos cargos relacionados con terrorismo -denunciados como fabricados por organizaciones de derechos humanos internacionales- y condenado a dos décadas entre rejas. Fue finalmente liberado en septiembre de 2019 en un canje de prisioneros entre Rusia y Ucrania.
Espero regresar al cine en algún momento, tras un triunfo militar que confío en que no tarde muchos años en llegar
Un lustro entre rejas
“No me dejo llevar por los recuerdos”, réplica cuando se le pregunta por el tiempo que pasó en prisión. “Prefiero centrarme en el presente. Si uno no es capaz de entender el mundo real, que cualquier día puede ser el último, no tendría sentido estar aquí luchando”, arguye. Del lustro que fue preso, solo desliza que “la cárcel es un mal lugar, sucio y podrido, en el que se ve el lado más miserable del ser humano”. “Un lugar en el que te puede arruinar la vida”, alerta.
“Para mí, cuando estaba en la cárcel, fue un reto personal no ser cruel ni que me robaran mi humanidad. Siempre tuve claro que no quería que hicieran de mi un animal”, confiesa Sentsov, cuyo caso suscitó una amplia condena internacional. En 2018 recibió el premio a la Libertad Andrei Sájarov que concede anualmente el Parlamento Europeo. “En cualquier caso, el tratamiento en la cárcel fue terrible. La prisión es un mal lugar para un hombre pero todavía peor para una mujer”, señala sin más detalles.
Tras su liberación, hace tres años, firmó Numbers, un filme que reconstruye su pesadilla carcelaria a partir de la correspondencia con el actor y cineasta crimeo Akhtem Seitablayev. En 2021 estrenó en el festival de Venecia Rhino, una cinta cuyo rodaje se retrasó durante cinco años muestra el meteórico ascenso de Rhino, un brutal delincuente, abriéndose a codazos por la élite criminal de Ucrania en la década de 1990. Es el último título de una carrera que comenzó en Moscú, a base de cortometrajes y tras graduarse de Ciencias Económicas en Kiev.
Nuestro trabajo se encuentra en la apodada Zona Gris, esa tierra de nadie cerca del frente
Una dedicación en suspenso ahora por los rigores de la guerra. “No he hecho nada diferente a lo de muchos ucranianos. Cuando hay una invasión militar en curso, uno debe defender su país”, comenta. “En mi caso, son cerca ya de ocho meses en los que he ido rotando. Nuestro trabajo se encuentra básicamente en la apodada Zona Gris, esa tierra de nadie cerca del frente. No se trata de labores de infantería sino de inteligencia y fuerzas especiales”, subraya.
Boicot a la cultura rusa
Sentsov, étnicamente ruso, insiste en su boicot a la industrial cultura rusa. “En primer lugar, debemos boicotear todos los productos fabricados en Rusia, desde las armas hasta el petróleo o el gas. Los ingresos de las películas también pueden servir para financiar la guerra. Algunos alegan que la cultura no tiene nada que ver con la política, pero no es verdad porque en Rusia no se distingue una de la otra”, responde el cineasta.
“El régimen de Putin usa todo lo que tiene a su alcance para sus intereses. La cultura y el idioma han sido empleados para su idea imperialista, igual que pasó en el III Reich”, denuncia. “Nuestra tarea debería ser hacerle entender que esto es inaceptable”.
En el frente de Jersón
Sentsov se halla actualmente desplegado en el sur de Ucrania, en las proximidades de Jersón, uno de los frentes en los que el ejército ucraniano ha logrado importantes avances en las últimas semanas. “Ahora mismo estoy en la base, pero esta tarde saldré de misión”, explica. “En una guerra siempre existen riesgos, especialmente cuando te encuentras en un rango corto de distancia con el enemigo, en el punto de mira de un rifle o un lanzacohetes”.
Durante los meses que lleva en el frente, Sentsov admite haber conocido el dolor de las pérdidas. “He perdido a algunos buenos amigos y compañeros de fatigas. Gente relacionada con la industria cinematográfica ha muerto, entre ellos, un colega que se dedica a efectos especiales”, relata. “Pero también ha habido buenas noticias como la liberación de un grupo de soldados que habían sido hecho prisioneros tras la caída de Azovstal, entre ellos, un amigo que se halla ingresado en un hospital de Kiev. Estoy feliz de saber que ha recuperado la libertad”.
El único vestigio de su vida anterior es la cámara GoPro que luce adherida a su casco, como uno más de los artilugios de un soldado. “A veces grabo con la cámara, pero debo decir que una guerra real no resulta tan interesante como la guerra que vemos en el cine. Es mucha más aburrida y, en ningún caso, se trata de una película de acción. Nada es tan rápido”, comenta. “En estos meses he podido estar muy cerca de soldados rusos que han sido capturados. Siempre nos han dicho que no les gusta esta guerra”, declara, decidido a seguir librando la contienda hasta sus últimas consecuencias.
Un país de superhéroes
“Hemos visto en muchas películas la figura de un gran dictador loco que, en algunos casos, dispone de armas nucleares. El superhéroe debe disparar a matar y salvar el mundo. Hoy lo podemos ver en la vida real, aunque aquí no hay un superhéroe sino una súper nación, Ucrania, que se defiende de una guerra”, indica Sentsov, quien dice no sentir odio hacia sus vecinos rusos.
“El odio es algo muy malo en una guerra. No conviene tener los ojos ensangrentados y querer matar. Otra cosa es empuñar un arma y saber que tienes que disparar para proteger a tu familia y a tu país. Lo que hacemos los ucranianos es precisamente defendernos”, añade.
Hasta la victoria
“Y la victoria significa libertar todo el territorio ocupado y lograr el colapso del régimen que gobierna hoy Rusia, porque si ese régimen no es derrotado, seguirá siendo un problema en el futuro, no solo para Ucrania sino para otros países”, precisa, reacio a realizar concesiones territoriales para acabar con la contienda.
“El conflicto permanecerá hasta que mi Crimea natal no sea recuperada. Es algo totalmente personal porque se trata de mi casa. En 2014 muchos europeos no entendieron lo que sucedió. Se permitió un referéndum que ahora se ha replicado en otros territorios de Ucrania. Rusia ha creído que anexionarse territorio salía gratis”, denuncia.
A su juicio, “Vladímir Putin es el principal problema de esta guerra”. “Está queriendo incluso usar la carta del ataque nuclear”, alerta. “No creo que se atreva a pulsar el botón nuclear en estos momentos, pero sí en el futuro. Ahora está centrado en referendos ilegales. Pero lo va a seguir usando como parte de su chantaje. Lo que resulta evidente es que si Putin no es derrotado en el campo de batalla y sus fuerzas no retornan a su territorio, podría acabar empleando la opción nuclear”.
Si Putin no es derrotado y sus fuerzas no retornan a su territorio, podría acabar empleando la opción nuclear
Sobre el destino del hombre que declaró la guerra a Ucrania, Sentsov solo es capaz de predecir un final aciago. “Putin va a morir; solo falta saber si lo hará como Muamar Gadafi, Sadam Husein, Slobodan Milošević, Adolf Hitler o Joseph Stalin. Quizás muera como un emperador ruso asesinado por su su círculo. Ignoramos cómo será su final, pero acabará derrotado”, pronostica.
Y Ucrania, dice, saldrá vencedora a pesar del coste que ya ha causado la contienda. “En cualquier caso, ganaremos. La cuestión es el tiempo. Quizás nos lleve un o dos años más. Lo seguro es que Putin no está preparado para luchar por mucho más tiempo porque tiene ya demasiados problemas”, aduce. “La segunda incógnita es el precio que pagaremos”, concluye.