«Verse anunciado en San Isidro impacta», escribía Andrés Roca Rey en La Razón como previa de la Feria de San Isidro.
Figurón indiscutible del momento, por caché y porque se lo ha ganado y es el que más gente lleva a la plaza sin discusión, este miércoles dio la sensación de estar y salir impactado de verdad de Las Ventas.
La reacción inmediata a una actuación así es mirar las próximas, para ver cuándo puede formar un gazpacho. El 25 con la del Puerto de San Lorenzo o quizá se apueste más por el lejanísimo 11 de junio con sus toros predilectos de Victoriano del Río -más cuajo, más viveza-, y otra vez con El Juli por delante.
El Juli que, como dice el taurino antiguo, se entretuvo en cuajar de cabo a rabo a su primer toro de La Quinta, en una faena de estampa setentera pero de trasfondo mandón por antonomasia. Los que nos hemos venido quejando cargados de razón por la frialdad en La Maestranza con Morante de A.D.R. -Morante de Antes Del Rabo-, ayer no nos cabía en la cabeza que apenas hubiera petición para una obra merecedora de oreja sin discusión.
Pero volvamos a Roca Rey.
Sufrió su peor tarde en Madrid de lo que se recuerda en los últimos tiempos. Teniendo en cuenta que en estos últimos tiempos ha abierto cuatro veces la Puerta Grande. En su plenitud de 26 años y ocho temporadas ya de alternativa. Momento dulcísimo.
Se metió entre barreras en el silencio -nada de bronca o pitos, pesa indiscutiblemente su auctoritas– y ese bonito tercer ejemplar de La Quinta de alegre tranco se arrastró con alguna leve palma más, pero como si hubiera sido toro del montón. Echar la culpa al 7 de este gatillazo no se acerca a la realidad. Consúltese la lista de figuras a las que se ha reventado desde el primer lance con saña. Con Roca Rey, ése no fue el caso preciso.
En la escenografía de Las Ventas por San Isidro, entretanto se coló un fresquito de rebequilla, que terminó de anestesiar la tarde de la mano de la sosería de los últimos toros, no de los primeros, dignos de mayor gloria en otros ambientes.
Expertos analizarán, con todo, si venir a la primera de feria es contraproducente. «Es irónico pensar que en una plaza donde están reunidas más de 20.000 almas puedas sentir la más absoluta soledad y el silencio más atronador».
Así lo escribió y así apareció en el desabrido arranque de feria, contra todo pronóstico, Andrés Roca Rey. Le quedan dos tardes, por si acaso.