La conocida como reina del rock, Tina Turner, ha fallecido a los 83 años en su mansión de Suiza. Allí encontró el amor y la paz después de una vida turbulenta que empezó mal y fue incluso a peor, pero que la convirtió en una estrella que no paró de cosechar éxitos durante más de 40 años de carrera.
Tina nació como Anna Mae Bullock en un pequeño pueblo de Tennessee. Su madre la abandonó cuando tenía 11 años, tanto a ella como a sus hermanos, huyendo de su marido. El mal trato que había infligido a su primera esposa no fue suficiente para evitar que aquel hombre encontrara otra mujer y se fuera de casa, abandonando a los niños con la abuela.
Con solo 16 años, Anna Mae había sido testigo de una relación abusiva, había sido abandonada por sus dos progenitores y había perdido a su abuela. Sin embargo, ya había descubierto su pasión por la música y el canto en la iglesia de gospel de la zona, y su talento no había pasado desapercibido.
A pesar de que nada más terminar la educación obligatoria se encontró un trabajo estable como auxiliar de enfermería, no abandonó el sueño de ser cantante. Actuaba en cabarets cuando conoció al que sería el amor que marcó su vida… pero también su peor pesadilla.
Ike Turner vio en ella una máquina de hacer dinero
En un club nocturno de St. Louis vio tocar a Kings of the Rhythm, la banda que lideraba Ike Turner. Fascinada por la música siguió acudiendo a ese local hasta que, un día, les ofrecieron a Anna Mae y su hermana Aillene que se subieran al escenario a cantar. Por supuesto bastó con oír una canción para que todo el mundo quisiera más.
En un primer momento solo era corista, y su relación con Ike fue fraguándose poco a poco. En un primer momento era el saxo de la banda quien llamó la atención de Anna Mae. Junto a él tuvo su primer hijo, Craig, en 1958. De hecho, tal y como contó en sus memorias, el líder del grupo le pareció feo y viejo. Ella tenía 17 años y él 25.
El grupo pronto empezó a hacer dinero e Ike notó el potencial de aquella joven de ascendencia nativa y afroamericana. Así que le cambió el nombre por Tina Turner, incluso antes de casarse, como una forma de demostrar que aquella estrella en ciernes era de su propiedad.
Dos años después del nacimiento de su primer hijo, Tina fue madre del segundo, Ronnie, esta vez junto a Ike. Ese mismo año vivieron su primer gran triunfo, ya que una canción que cantó la artista a modo de demo, en una jornada en la que se ausentó el cantante principal, entró en las listas de éxitos. Pronto pillaron el truco y empezaron a ganar premios y a conseguir auténticos hits. De esta época son It’s Gonna Work Out Fine o River Deep – Mountain High, en donde «firmaban» como Ike & Tina Turner.
Los peores años de su matrimonio
Aunque se casaron en una apresurada boda en Tijuana, su relación iba de mal en peor. Ike era profundamente violento y, además, adicto a la cocaína. Llegó a romperle la mandíbula, también los labios, o dejarle la cara llena de moratones. De hecho, en ocasiones se veía obligada a salir al escenario con sangre en la boca.
«En mi momento más bajo estaba segura de que la muerte era mi única salida. Intenté suicidarme. Fui al médico, le dije que me costaba dormir, y después de cenar me tomé las 50 pastillas que me dio. Me puse triste cuando me desperté pero salí de la oscuridad pensando que estaba destinada a sobrevivir», explicaba Tina hace unos años.
En 2018, Tina aseguró que había perdonado a su ex por todo el maltrato al que la sometió. «Él tenía miedo de que yo le dejara», recordó a The Times. Sin embargo, era él quien tenía relaciones extramatrimoniales, algo que a la cantante le parecía lo de menos. En 1976 reunió el coraje para abandonarle mientras dormía y en medio de una de sus exigentes giras por Estados Unidos. «Simplemente me fui del hotel, salí por la cocina y cogí la autopista», explicaba un año antes.
No tenía a dónde ir, y solo 36 céntimos de dólar en el bolsillo. Empezó a trabajar en solitario en pequeños bares y cabarets, lo suficiente como para pelearse en el divorcio por la custodia de sus hijos. No pidió dinero, solo quedarse con los derechos de su propio nombre artístico, que hasta entonces le pertenecían a Ike.
Su nueva vida en los 80
A pesar de que en los 60 y 70 ya había conseguido algunos de los grandes éxitos que todavía a día de hoy recordamos, los 80 fueron el boom definitivo. Llegaron éxitos a nivel mundial como What’s Love Got To Do With It, y siguió sumando récords y premios: su disco Private Dancer le valió nada menos que cuatro Grammys.
Fue entonces cuando, por azares de la vida, conoció a Erwin Bach en un aeropuerto. Una historia de amor que comenzó en 1986 por casualidad y que ha acompañado a la cantante hasta el final de sus días. Junto a este productor musical quince años más joven que ella, la artista encontró el amor y la estabilidad, estableciendo su residencia en una mansión de Suiza.
En su casa, de 76 millones de dólares y 22.296 metros cuadrados, vivió los últimos años de su vida. Con la nacionalidad suiza desde 2013 y con, dicen, una fortuna de 250 millones.
Sin embargo, tuvo que lidiar con el terrible dolor de perder a dos de sus hijos en los últimos años.
La muerte de su hijo Craig
En 2018, Craig Turner fue hallado muerto en su domicilio. El hijo mayor de la cantante, fruto de su relación con el saxofonista de los Kings of the Rhythym, Raymond Hill, se quitó su propia vida a los 59 años. Meses después, Tina seguía preguntándose cuál había sido el motivo de que tomara una decisión así.
Según contó, Craig siempre fue tímido, pero en la última etapa de su vida se produjo un cambio en su personalidad. «Me duele pensar que fuera soledad, porque no entiendo que no llamara a su nueva novia o a mí para enfrentarla», aseguraba la cantante en una entrevista con la BBC.
En diciembre del pasado año, Tina Turner perdió a su segundo hijo, Ronnie, fruto de su relación con Ike (que falleció en 2007). «Te has ido demasiado pronto», publicó la artista en sus redes sociales al despedirse de Ronnie, que murió a causa de un cáncer con 62 años.