Río Guadalquivir, 7.00 horas de la mañana. El sol asoma por a la altura del municipio gaditano de Chipiona y una lancha encalla en una zona de rocas. El tráfico de lanchas ha sido más intenso de lo habitual durante la noche en estas aguas. La desembocadura del Guadalquivir sufre cada vez más este ir y venir de los barcos de la droga, debido al aumento de la presión ejercida en otros puntos de la costa como por el Estrecho. Las condiciones del mar y el viento eran favorables para hacer llegar a tierra los alijos de droga procedentes de Marruecos. Cuando la patrullera del Servicio Marítimo Provincial de la Guardia Civil de Cádiz se aproxima, los ocupantes de la narcolancha se lanzan a la desesperada a una fuga a nado más correspondiente a la ficción que a la realidad. Dos traficantes no pudieron con el frío ni con la fuerte corriente.
Las tornas cambian y el clásico rival de los narcos, la Guardia Civil, se convierte en el clavo ardiendo al que agarrarse para evitar el ahogamiento. El arrecife que ha atrapado a la narcolancha tiene unas características que impiden a la patrullera acceder directamente, por lo que los agentes recurren a la barca auxiliar, la ‘goma’, para sacar del agua a los malechores.
La goma toca agua, un agente permanece sobre la roca y el otro sube a la barca con el narco que presentaba claros síntomas de hipotermia. El otro aguarda en el río para ser rescatado. «Uno de los componentes de la embarcación rescatada, que ya estaba a salvo con un guardia civil, le empujó y huyó con la lancha dejando a su compinche en el agua junto al agente, mientras que el otro guardia civil quedó sobre las rocas», explica en conversación con El Independiente Maria del Carmen Villanueva, secretaria provincial de AUGC Cádiz.
El fugitivo deja atrás a su compañero de fechorías, al alijo de unos 60 bultos y a los agentes que le habían salvado previamente. «Se fue con la goma en dirección a tierra donde había una moto esperándole y huyó», apunta Villanueva. La máxima ‘todo por el fardo’ prevalece entre los narcotraficantes. «Con la Unidad OCON Sur se restableció el principio de autoridad, pero en cuanto se ha acabado la operación se ha perdido. En cuestión de dos semanas», denuncia la representante del sindicato policial en referencia a la disolución del Organismo de Coordinación del Narcotráfico, conformado de 150 guardias civiles para plantar cara a las organizaciones criminales que operan en el Campo de Gibraltar y que el Ministerio del Interior acaba de desmantelar tras cuatro años de operaciones.
Dos personas, un narco y un guardia civil, quedaron expuestos a la dureza de las aguas con el otro agente ayudando desde la roca. «Mientras los compañeros pidieron la ayuda y vinieron a socorrerles, las otras lanchas que estaban alrededor consiguieron llevarse la mayoría de la droga de la embarcación encallada», explica Villanueva, que cifra en «30 bultos» los que se llevaron los narcos, «la mitad de lo que se iba a incautar». «Los dos agentes y el detenido están bien. Han tenido hipotermia, después de caer al agua han esperado en la roca a ser rescatados. Si esto pasa en diciembre imagínate».
La violencia de los narcos hacia Guardia Civil y Policía Nacional es recurrente en el Campo de Gibraltar y los agentes se temen lo peor ante la desaparición de OCON SUR. El pasado viernes, dos guardias civiles destinados en la Comandancia de Algeciras resultaron heridos durante el desarrollo de una operación con la que lograron aprehender cerca de 1.900 kilos de hachís en la playa de Getares. El vehículo de los agentes colisionó en la persecución con la furgoneta en la que los narcos transportaban los fardos con la droga. «Los narcotraficantes no entienden de funcionalidad y de si una unidad ha sido absorbida o eliminada. Ellos oyen el mensaje de que OCON SUR ha desaparecido y se vuelven locos», concluye Villanueva.