Vivian Maier, la fotógrafa, nació a los pocos días de morir. Fue en 2009 cuando el joven John Maloof encontró su nombre en el sobre de un laboratorio de revelado. Estaba entre la caja con miles de negativos que había comprado a finales de 2007 en una subasta buscando fotos antiguas para un libro sobre el parque Portage de Chicago. Lo que encontró fue la obra de Vivian Maier. Ese era el nombre de la fotógrafa cuyo trabajo de décadas llevaba más de un año revelando sin saber quién se escondía tras las fotos y autorretratos. Había incluso adquirido más cajas con películas a otros compradores de la casa de subastas. Cuando dio con su nombre buscó en Google y apareció en un obituario del Chicago Tribune, había muerto dos días antes, el 21 de abril.
Maloof reunió en total 100.000 negativos y no sabía muy bien qué hacer con ellos. Creó un blog y subió algunas fotos al Flickr, la red social para compartir imágenes, que pronto se llenaron de comentarios positivos. Así fue como creció la Maier fotógrafa, de manera viral, y su historia siguió extendiéndose sin que apenas se supiera algo de ella.
Independiente, misteriosa y genial fotógrafa callejera, la figura de Vivian Maier salió de la nada para quedarse. Trabajó como niñera durante más de cuarenta años, principalmente en Chicago donde vivió la mayor parte de su vida, pero su pasión por la fotografía le ocupó su vida personal dejando una voluminosa producción fotográfica que persigue el reconocimiento póstumo de su calidad.
Durante los primeros años de su descubrimiento todo lo que se sabía de ella provenía de la investigación de Maloof y Jeff Goldstein, un experto en arte de Chicago que posee otros 12.000 negativos de la fotógrafa. Su misterioso origen eclipsó su trabajo pero poco a poco se ha convertido en una fotógrafa muy popular con exposiciones en todo el mundo. En España ya ha habido varias. Gran parte de su producción permanece sin revelar, no así su vida que ha sido meticulosamente documentada por Ann Mark en su libro Revelar a Vivian Maier (Paidós).
Una de las principales revelaciones de Mark ha sido explicar por qué hacía tantas fotos y no las llevaba a un laboratorio a positivarlas. Se calcula que hay 143.000 fotos hechas por Maier, gran parte sin revelar. La razón está en que, según Mark, padecía un síndrome de acaparamiento, algo similar al síndrome de Diógenes.
“Vivian tuvo una infancia traumática, y muchas personas que sufrieron eso tienen relaciones cortadas y no pueden desarrollar una relación cercana con la gente y desarrollan un desorden de acumulación, lo que significa que acumulan posesiones y obtienen satisfacción de eso. Y una de esas áreas, una muy común, es la categoría de papel que la gente atesora porque los periódicos por ejemplo, son pequeños trozos de vida, ya sabes, pequeñas historias en tu atesoramiento y poseer cosas que pasan te conecta con la vida”, explica Mark a El Independiente. “Las fotografías son lo mismo. Son trozos de vida que tienen una conexión con la gente. Así que eso es lo que Vivian queria para ella, solo necesitaba tener las imagenes. Ella nunca volvió a ver la mayoría de las fotos. Así que sólo necesitaba poseerlas, no importaba si eran negativos o películas sin revelar o impresiones”, asegura.
Fotografiaba a indios y mestizos, se interesaba por la política y, por supuesto, por todo tipo de arte. Era inteligente, curiosa y muy bien informada
vivian maier
Pese a este síndrome la imagen la biógrafa considera que su reputación de excéntrica no está justificada. “ Era una mujer que tenía problemas para conectar con la gente y mostrar emociones. Pero, de hecho, era brillante. Tenía intereses por muchos temas, lo que se puede ver en sus fotografías la amplia gama de temas. Se ve, por ejemplo, lo progresista que era, fotografiaba a indios y mestizos, se interesaba por la política y, por supuesto, por todo tipo de arte. Era inteligente, curiosa y muy bien informada. Llegué a escuchar las grabaciones que hizo y era muy divertida. Tenía un sentido del humor muy seco”, afirma.
Reconocimiento parcial
El éxito de sus fotografías directas y callejeras es innegable, por su aceptación y buena acogida por galeristas y por el público que asiste en masa a las exposiciones de fotos, pero a su trabajo le falta el reconocimiento de los museos. Según Mark está vetada porque no es considerada una artista plena. “Consideran que el artista tiene que haber hecho el trabajo completo, es decir, no sólo hacer la fotografía, sino también imprimirla, recortarla y tomar todas las decisiones. Y si ese no es el caso, sienten que no es el trabajo completo del artista. Ella nunca iba a imprimir todo su trabajo porque tenía un trastorno de acaparamiento, y sólo necesitaba guardarlo. No necesitaba verlo”, reflexiona la biógrafa.
Por lo general sólo tomó una foto de una escena. Así que su tasa de acierto de fotografías realmente buenas es muy, muy alta.
Son los comisarios de sus muestras, los galeristas los que toman las decisiones. “No hay una manera uniforme de editar su trabajo, muchas de sus fotografías se muestran impresas sin recortar fotograma completo, al igual que Vivian vio a través de su visor y eso es lo más difícil, porque significa que la fotografía tiene que ser perfecta. No se puede jugar con ella en la producción del revelado y edición. Porque no es ella la que lo hace, no lo reconocen completamente en los cánones de la fotografía. Veremos si eso cambia de alguna manera con el tiempo”, asevera.
La sombra de Maier proyectada en el suelo o en la pared y los autorretratos frente a espejos son una constante temática entre el material descubierto. La gran mayoría de las fotos que Maier realizó ni siquiera fueron vistas por ella ya que estaban sin revelar.
Obra por descubrir
No se han positivado todos los contactos que existen de la fotógrafa que siempre, o hasta donde se sabe, usaba la mayoritarianmente película en blanco y negro y una cámara Rolleiflex. Es precisamente su gran control técnico, su claridad temática y compositiva lo que hace que la obra de Maier sea gigantesca.
“Por lo general sólo tomó una foto de una escena. Así que su tasa de acierto de fotografías realmente buenas es muy, muy alta. La foto de la portada de mi libro sale de un rollo de 12 fotos de las cuales cuatro de ellas han formado parte de exposiciones. Así que de las 143.000, todavía hay un montón de fotografías que no han sido compartidas con el público todavía debido a la cantidad de sus buenas fotografías; perfectas”, concluye.