El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, llegó este miércoles por la tarde (hora española) a la Casa Blanca, donde fue recibido por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su esposa Jill.
El líder ucraniano, con su característica camiseta y pantalones verde militar, emergió de un vehículo negro y estrechó la mano al matrimonio presidencial. A continuación, los dos líderes intercambiaron una palabras, posaron frente a las cámaras y se dirigieron hacia el interior de la Casa Blanca.
“He venido a dar las gracias al pueblo de Estados Unidos”, declaró Zelenski en la comparecencia conjunta que realizaron ante la prensa. Biden, por su parte, dijo: “Nunca he visto a la Unión Europea y la OTAN tan unidas como hasta ahora”. Y añadió que “No había visto una invasión como esta desde la segunda guerra mundial”, y aunque “Putin pensó que iba a debilitar a la OTAN, en realidad la ha hecho más fuerte”.
“Apoyamos a Ucrania en la búsqueda de una paz justa“, declaró el presidente de EEUU unas horas antes, al inicio de su reunión con Zelenski en el Despacho Oval de la Casa Blanca. También dijo ante el líder ucraniano que su país continúa “impresionando al mundo”. Zelenski, por su parte, ha respondido a Biden subrayando el “aprecio de mi corazón” que siente por Estados Unidos y agradeciendo a su interlocutor específicamente por el “gran apoyo” que está brindando a su país.
Acto seguido, el líder ucraniano se ha referido a su visita de ayer a la ciudad de Bajmut, en primera línea del frente, donde un capitán con el que se reunió le pidió que le entregara su medalla militar al presidente estadounidense, calificándolo de “valiente”. Aunque ha reconocido que “no lo merece”, Biden agradeció “mucho” el detalle y pidió a su homólogo que le devolviera al soldado una moneda de desafío.
Volodimir Zelenski se llevará de su visita a Washington los misiles Patriot (“los patriots van a reforzar nuestra defensa van a crear un espacio seguro para Ucrania contra el país terrorista”, dijo Zelenski) con los que Estados Unidos y Arabia Saudí han destruido en vuelo los proyectiles que les lanzaron Sadam Husein en 1991 y los rebeldes houtis en Yemen en la actualidad. También volverá a Ucrania con sistemas de guiado de bombas JDAM, como los que EEUU usó para liquidar en cinco semanas las Fuerzas Armadas de Irak durante la invasión de 2003.
Todo eso está incluido en el nuevo tramo de ayuda militar por 1.850 millones de dólares (1.739 millones de euros) que el presidente estadounidense, Joe Biden, anuncieó conjuntamentre con Zelenski al término de la visita relámpago del jefe del Estado y del Gobierno ucraniano a la capital de Estados Unidos. Además, otros 350 millones serán para ayuda humanitaria. La visita tiene tres objetivos: visibilizar la unidad entre Kiev y Washington; establecer un nuevo plan de ayuda militar de EEUU a Ucrania; y allanar el rechazo del sector trumpista del Partido Republicano a la entrega de armas a la república ex soviética.
Las armas más espectaculares que van a ser entregadas son los Patriot, acaso el misil antiaéreo más sofisticado que existe, lo que exigirá en teoría a las Fuerzas Armadas ucranianas unos seis meses de entrenamiento para ser capaces de utilizarlos. Eso significa que Washington prevé una guerra larga, por lo que ha decidido entregar a Kiev una de las ‘joyas de la corona’ de su arsenal, algo que ha sorprendido a los rpopios ucranianos.
Con un alcance de 160 kilometros, los Patriot son, en teoría, el misil antimisil más eficaz el mundo, aunque su eficacia ha sido cuestionada en ocasiones y se han visto involucrados en casos de fuego amigo, como durante la invasión de Irak, cuando derribaron, al menos, un avión británico y dos estadounidenses. Los sistemas antiaéreos son, en general, las armas más sofisticadas que existen. Su llegada a Ucrania parce sugerir que el Gobierno de Joe Biden teme que el uso de drones iraníes y misiles crucero y balísticos rusos no sólo destruya la capacidad de Ucrania de combatir sino, incluso, de mantener los servicios más básicos, como el suministro de agua o electricidad, de una sociedad moderna.
En un discurso ante las dos cámaras del congreso de EEUU, Zelenski dijo que “Rusia ha encontrado en Irán a un aliado a su política genocida. Los cientos y cientos de drones mortales iraníes mandados a Rusia se volvieron una amenaza a nuestra infraestructura fundamental. Así es como un terrorista encontró a otro”.
Entre 8 y 16 lanzaderas
EEUU entregará a Ucrania una batería de Patriot, lo que significa entre 8 y 16 lanzadores. Cada lanzadera tiene entre 2 y 8 tubos lanzamisiles, según las diferentes configuraciones del sistema. Hay dos modelos de Patriot: el más antiguo explota con una espoleta de proximidad cuando está cerca del blanco; el más moderno golpea directamente al objetivo, sin estallar. Además, cada batería cuenta con un vehículo que lleva un radar tan potente que tiene que ser rodeado con alambre de espino para que nadie se acerque a menos de 120 metros de él, porque corre el riesgo de morir como si se metiera en un microondas gigante. Una antena transmite los datos del radar a un centro de mando desde el que se dirige la acción de la batería. En total, cada batería cuenta con unos 120 soldados y, sin disparar, consume tanta energía como unos 30 chalés unifamiliares.
La otra pata del paquete de ayuda son los JDAM. Se trata de unos kits que envuelven a las bombas tontas de toda la vida y las convierten en sistemas guiados por satélite. Así, la bomba que lanza un avión y que depende esencialmente de la puntería del piloto se convierte en un dispositivo de precisión guiado por GPS que acierta un blanco en un radio de unos 25 kilómetros con un margen de error de cinco metros. La Fuerza Aérea ucraniana -que, en uno de los fracasos más espectaculares de Rusia en la guerra, sigue siendo operativa- cuenta con viejos cazabombarderos MiG-29 y Su-27 de la época soviética modificados para poder llevar bombas estadounidenses. Ahora, con los JDAM, esas bombas son de precisión y forman una tríada de armas guiadas por GPS que pueden actuar de manera integrada en la que las otras dos patas son los obuses Excalibur y los misiles HIMARS.
Insatisfacción en Kiev
Pero Zelenski, sin duda, no se sentirá satisfecho. Kiev ha pedido en múltiples ocasiones -y Washington ha rechazado siempre- misiles tierra-tierra ATACMS, también guiados por GPS, que tienen un alcance de 270 kilómetros frente a los 83 kilómetros de los HIMARS que EEUU ha entregado a Kiev. Los HIMARS han cambiado el curso de la guerra desde su entrada en acción a principios de julio al permitir a Ucrania atacar con precisión extrema las líneas de suministros y la retaguardia rusa, como quedó claro la semana pasada cuando un bombardeo con HIMARS causó la muerte de varias decenas de mercenarios de la empresa rusa Wagner en el este de Ucrania. Oficialmenre, EEUU ha dado a Ucrania 20 lanzadores de estos misiles, mientras que el Reino Unido y Alemania les han entregado otros 11 de una versión similar. Que se sepa, Rusia no ha sido capaz de destruir ni de dañar ni uno solo de estos sistemas. EEUU va a enviar en 2023 otros 18 HIMARS a Ucrania.
El problema de los HIMARS es que su alcance no es lo suficientemente grande como para que Ucrania pueda golpear con más profundidad la retaguardia rusa. Por ejemplo, la península de Crimea queda fuera de su radio de acción, dado que la línea del frente está a más de los 83 kilómetros que cubren los misiles. Además, Rusia ha adaptado sus tácticas con éxito a los HIMARS al dispersar sus concentraciones de tropas y material, y usar menos los trenes para mover a sus soldados por Ucrania.
Por eso Kiev quiere los ATACMS que son, esencialmente, HIMARS con un alcance de dos veces y media el de éstos. Pero EEUU no se los da porque teme que Rusia interprete la llegada de esos sistemas al frente como una escalada que amenace directamente a su seguridad nacional. Con los ATACMS, Kiev puede olpear muy profundamente en la retaguardia enemiga, incluyendo toda Crimea -que Moscú considera suya- y, también, el territorio ruso. El equipo de Biden se fía tan poco de esas promesas ucranianas en el uso de estos misiles que, como descubrió el diario The Wall Street Journal la semana pasada, le ha entregado los lanzadores de HIMARS capados, es decir, modificados de modo que es imposible que los ucranianos logren alterarlos para lanzar misiles de un alcance superior a 83 kilómetros.
Inyección de popularidad
Pero no todo el encuentro será sobre armas. Zelenski conseguirá una inyección de popularidad en Washington en un momento en el que Estados Unidos se prepara para aprobar -pese a la oposicion de parte del Partido Republicano- un nuevo paquete de ayuda militar a ese país. Su discurso ante el Congreso, reunido en sesión conjunta, puede tener una importancia crítica para que Washington mantenga el apoyo militar a Ucrania, justo en un momento en el que el Legislativo estadounidense está debatiendo un nuevo paquete de ayuda a Kiev por 44.900 millones de dólares (42.200 millones de euros) que, en teoría, garantizaría el suministro de armas a Ucrania hasta principios de verano.
La clave de la posición del Legislativo es que el 3 de enero el Partido Republicano asume la mayoría de la Cámara de Representantes. El aspirante a presidente (speaker) de la Cámara es Kevin McCarthy, que, pese a ser famoso por su pragmatismo (o, más vbien, asuencia de ideología) está encontrándose con una resistencia feroz a su nombramiento por parte del ala trumpista republicana. La última vez que un candidato necesitó varios votos para lograr el cargo de presidente de la Cámara de Representantes fue exactamente hace 100 años, así que la humillación a la que se puede enfrentar McCarthy es, literalmente, como no se ha visto en un siglo.
Para lograr el poder -y mantenerse en él frente a la oposición demócrata y a sus propios correligionarios trumpistas– McCarthy ya ha declarado que se han acabado “los cheques en blanco a Ucrania”. La congresista Marjorie Taylor-Greene, muy cercana a Trump y de ideologia neofascista, ha criticado hoy la visita de Zelenski, y el ala izquierda demócrata, en el otro lado del espectro político, ha tratado de convencer a Biden de que negocie con Putin el final de la guerra sin tener en cuenta a Ucrania. Así que Zelenski va a tener que usar su retórica para, aparte de conseguir misiles y bombas guiadas por GPS, convencer al Congreso de EEUU de que mantenga su ayuda a su país.
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