En España hay más de 27.000 entidades vinculadas a la acción social que cuentan con más de un millón de voluntarios. Personas que dedican desinteresadamente parte de su tiempo a ayudar a los demás, y cuyo esfuerzo y generosidad es fundamental para que estas organizaciones puedan desarrollar su misión mejorando la vida de quienes más lo necesitan. Con esta filosofía surgió hace cinco años Corazón y Manos.
Se trata de una asociación singular, ya que está formada por trabajadores de la empresa Clece cuyo principal objetivo es ayudar a compañeros que afrontan situaciones de vulnerabilidad. La iniciativa surgió de manera natural en un contexto marcado por la sensibilidad social. Líder en España en la prestación de servicios esenciales, Clece lleva en su ADN el compromiso con las personas, que están en el centro de todas sus líneas de actividad. Una filosofía que determina, por ejemplo, el ambicioso proyecto social de la compañía, por el cual en torno al 10 por ciento de sus más de 80.000 trabajadores proceden de colectivos vulnerables o en riesgo de exclusión.
«Corazón y Manos nace en 2017 de la iniciativa de un grupo de trabajadores con inquietudes y valores vinculados a la solidaridad, la justicia social, la cooperación y el apoyo a personas que padecen de manera crónica o transitoria situaciones delicadas o de fragilidad social», explica Montserrat Parés, delegada social de Clece y sus filiales en Cataluña e Islas Baleares y voluntaria de Corazón y Manos. Ella y sus compañeros se movilizan en la asociación cada vez que es necesario, con acciones de ayuda específica y proyectos desarrollados con entidades del tercer sector y otras instituciones. Sus iniciativas abarcan la inclusión laboral, la asesoría jurídica o las acciones dirigidas a aquellas personas que se enfrentan a una situación de emergencia social.
La importancia de un hogar
Una de las líneas de actuación prioritarias de Corazón y Manos es el Proyecto Vivienda Digna. «Cuando se da una situación de pérdida de hogar, la exposición a la vulnerabilidad es tan grande y tan inmediata que una vida se puede desmoronar muy rápido, sobre todo para personas con hijos o personas mayores a su cargo», señala Parés. Por ello, el acceso a una vivienda es asimismo un aspecto clave «para recuperar la seguridad y dejar atrás la vulnerabilidad en los procesos de inserción».
Acceder a una vivienda digna es un aspecto clave «para recuperar la seguridad y dejar atrás una situación de vulnerabilidad»
montserrat parés, delegada social de clece y voluntaria de corazón y manos
Las razones para encontrarse en una situación de pérdida de hogar son múltiples: separación, violencia intrafamiliar, problemas económicos… Cuando un trabajador de Clece comunica a la empresa una circunstancia de este tipo, sus responsables le informan de la posibilidad de recurrir a Corazón y Manos para obtener ayuda adicional. Si el apoyo es factible, el engranaje de la asociación se pone inmediatamente en marcha.
«Hablamos con la persona y estudiamos cada caso. Le ayudamos a buscar una vivienda de alquiler o, si ya lo ha hecho, estudiamos qué clase de apoyo le podemos brindar dependiendo de su capacidad económica: ayuda con la fianza, con los honorarios de la agencia o con las primeras mensualidades», explica Parés. Incluso, cuando es necesario, se presentan como mediadores ante la inmobiliaria o el propietario. «No se trata de pagar meses y meses de alquiler. Intentamos que estas personas, con sus propios medios y nuestra ayuda, puedan hacer frente a la situación y conseguir un proyecto de vida viable».
Casos de éxito
Corazón y Manos actúa en materia de vivienda digna desde hace aproximadamente un año. «Uno de los primeros casos fue el de una compañera a la que su hijo había echado de casa. Lo comentó a sus responsables y rápidamente se le facilitó un espacio seguro y una mejora laboral. Hoy es una mujer independiente y autónoma. Poco después ayudamos a Pablo y Rebeca (nombres ficticios) a conseguir una vivienda y un trabajo para ella, y ahora tienen una estabilidad que de otra manera no hubieran conseguido». Hasta ahora, Corazón y Manos ha colaborado en 29 casos, un tercio de los cuales correspondían a víctimas de violencia de género y cerca de la mitad a familias monoparentales.
En 2022, Parés y sus compañeros de Corazón y Manos en Cataluña han ayudado a resolver ocho situaciones de este tipo. Una de las últimas beneficiarias ha sido Leticia (nombre ficticio), trabajadora de 52 años de Ndavant, filial de Clece. Hace ahora un año decidió poner fin a 23 años de matrimonio y se vio obligada a abandonar la casa que había construido con su marido. En cuestión de días tenía que encontrar un nuevo hogar para ella y su madre de 80 años, además de los dos hijos de la pareja.
Leticia encontró una casa en el pueblo donde está su centro de trabajo. Al mismo tiempo, habló con su jefe y le explicó la situación. Este la puso en contacto con Corazón y Manos. Desde el primer momento, según explica, los compañeros le echaron una mano con el contrato de alquiler, y luego a pintar y a hacer la mudanza. Además, la organización le ayudó a pagar los tres primeros meses de alquiler para que pudiera dedicar sus pequeños ahorros a arreglar y equipar la vivienda.
Compromiso humano
«Me considero una persona fuerte, pero sin el apoyo de Corazón y Manos no sé qué hubiera pasado. No solo me ayudaron materialmente, sino moralmente. Estoy muy agradecida», asegura esta mujer que ya ha conseguido hacer de su nueva casa un hogar, con sus canarios, sus plantas y, sobre todo, la compañía insustituible de su madre y de sus hijos.
Corazón y Manos mantiene el contacto con las personas a las que ayudan. Una labor de seguimiento que forma parte del compromiso humano de la asociación. «Tenemos un vínculo y les ofrecemos un espacio de escucha», confirma Montserrat Parés. «Es una gran satisfacción formar parte de sus vidas, ofrecerles una ayuda puntual, pero fundamental para seguir adelante con sus proyectos de vida. Unidos hemos conseguido muchas cosas».