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Pudiera parecer que Óscar Zurriaga, recién nombrado presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), asume el cargo en un momento más tranquilo. Sin embargo, para este epidemiólogo y profesor de la Universidad de Valencia, la situación de su especialidad sigue siendo muy complicada. Al Covid, una pandemia que no ha acabado «aunque parece que la ciudadanía sí lo ha decretado», se unen otras enfermedades «amontonadas» desde marzo de 2020 y una amenaza aún mayor, la del cambio climático.
Pregunta. Asumes la presidencia de la SEE cuando la pandemia va bajando pero, ¿es un momento más tranquilo para la epidemiología?
Respuesta. Asumo la presidencia de forma automática tras dos años de vicepresidencia, como dicen los estatutos de la SEE. En cuanto a Covid es verdad que estamos en mejores cifras, pero no se puede olvidar que nada es gratis. Llevamos dos años y medio a un ritmo de trabajo muy elevado y sin haber podido dedicarnos a las otras cosas que también hacíamos antes de la pandemia y que se han quedado, de alguna manera ‘amontonadas’.
P. ¿Cuáles son esos temas que se han quedado ‘amontonados?
R. Prácticamente todo lo no Covid. La gente que se dedicaba a otras enfermedades transmisibles, como el VIH o la tuberculosis, no han podido dedicarle tiempo. Y son enfermedades en las que la vigilancia se ha resentido. Por supuesto también todas las enfermedades crónicas, vigilancia del cáncer, otros eventos y enfermedades y todo lo que tiene que ver con los determinantes de salud, que estaba empezando a ser incorporado en la vigilancia epidemiológica y que no ha podido tener desarrollo. Y veremos cuando se retome, en qué condiciones se hace.
P. ¿Qué son esos determinantes de salud?
R. Son las causas de las causas. Si sólo trabajamos con la enfermedad, nos olvidamos de lo que origina la enfermedad, sino lo que causa que no tengamos la mejor salud posible. Hablamos de lo que está antes de la causa de la enfermedad, por ejemplo en la obesidad, no la alimentación sino las causas de que esas personas se estén alimentando mal. Por ejemplo, factores económicos que no les permiten hacer ejercicio físico o comprar comida sana. Y sobre esos determinantes que están detrás de muchas patologías, transmisibles y no, son sobre los que interesa trabajar, porque en la medida que se controlen se podrá actuar sobre la enfermedad.
P. Estos días está sobre la mesa la eliminación de la mascarilla en el transporte público, ¿crees que ha llegado el momento de tomar esta decisión?
R. Siempre hemos defendido que las medidas hay que tomarlas en función de la situación de un lugar en un determinado momento. Ahora estamos cerca del otoño, cuando esperamos a los virus habituales de esta época, como gripe o virus respiratorio sincitial y otros. Si a eso le sumamos que pueda haber algún rebrote de Covid, puede ponernos en una situación complicada. Por eso estamos expectantes y creemos que podríamos esperar unas semanas a ver cómo comienza la temporada de virus respiratorios y ver en consecuencia si es imprescindible o no mantener la mascarilla en el transporte público. Sin embargo, por otro lado mantener medidas que la población ya no está por mantener y se mantienen mal no merece la pena. Por tanto, creo que estamos ya casi en el punto donde las mascarillas no vayan a tener el sentido que han tenido hasta ahora. Sobre todo porque si nos encontráramos ahora ante una nueva ola de Covid y tuviéramos de nuevo necesidad de poner las mascarillas, la gente estaría tan cansada que sería muy difícil mantener el nivel que se ha tenido en otros momentos.
P. Si esto se elimina, las mascarillas quedarían ya relegadas a los centros sanitarios. ¿Aquí sí deben mantenerse también un tiempo o para siempre?
R. En los centros sanitarios y donde haya personas vulnerables, mientras sigamos teniendo transmisión y afectación, porque no hay que olvidar que seguimos teniendo Covid grave y fallecimientos. Se ha eliminado la gravedad pero sigue habiendo un número insoportablemente elevado de muertes. Por ello creo que a los vulnerables tenemos que seguir protegiéndoles y ellos están sobre todo en residencias y hospitales. No tanto en las farmacias, que no difieren mucho de otro tipo de comercios. Los vulnerables pueden ir a las farmacias igual que a otros comercios y ellos pueden seguir llevando la mascarilla, pero en los centros sanitarios y residencias habría que aguantar un poco más la mascarilla.
P. Este fin de las mascarillas tiene que ver con que todos parecemos querer ver ya el fin de la pandemia, pero no sé si realmente estamos ahí, o cerca…
R. Todavía no estamos en el fin de la pandemia pese a que parece que se ha decretado ya por parte de la ciudadanía, ya nadie mira las cifras… Es cierto que los casos son más leves y hay menos, pero de fondo tenemos casos y fallecimientos. Si nos vamos a quedar ahí no, no lo sabemos, aún estamos esperando que aparezca una vacuna esterilizante y no nos tengamos que preocupar. Por tanto seguir manteniendo recordatorios vacunales, como hacemos con otros virus respiratorios, no sería nada descabellado, sino algo recomendable para las personas vulnerables.
Por tanto, tranquilidad, no estamos como estábamos, pero no hace tanto que estuvimos muy mal. Afortunadamente la vacuna nos ha protegido de los casos muy graves pero el virus no ha desaparecido.
P. El Covid no ha sido el único brote del año, la viruela del mono ha aparecido de repente en Europa y de alguna manera nos ha amenazado. ¿Cómo crees que se ha gestionado esta nueva amenaza?
R. El problema es que tenemos una estructura de salud pública aún muy débil y a la cual se le ha prestado muy poca atención por parte de los decisores políticos. Y toda esa estructura además sufrió un embate con la pandemia. Hay muchos profesionales muy cansados, que se han jubilado aunque hubieran podido seguir. Y van a seguir surgiendo nuevas amenazas, como dice mucha gente ‘hoy nos queda un día menos para la siguiente pandemia’.
Pese a ello, se ha hecho todo o casi todo lo que se podía hacer, la viruela del mono es una enfermedad que requiere que los estudios de contactos sean muy buenos y eso consume muchos recursos humanos. Eso que cae sobre unos recursos humanos agotados y diezmados, se hace difícil. ¿Quiere decir que por eso hemos tenido más casos de viruela del mono? No, porque se ha producido algo que no se había dado antes, que el contacto directo se ha ligado con determinadas prácticas. No es el único método de contagio pero ha sido así y no ha permitido quizás hacer los estudios de contactos mejor. Además ha coincidido con eventos de difusión masiva que han favorecido la transmisión. Y aquí tenemos un determinante de los que hablábamos, que la gente tenía muchas ganas de moverse, de salir e interaccionar lo que ha favorecido algo que en otro momento pudo ser diferente. Es una mezcla.
P. ¿Estamos hoy más expuestos que antes a las enfermedades zoonóticas?
R. Más expuestos en el sentido de que el cambio climático favorece no solo temperaturas anormales, sino el comercio internacional, los desplazamientos que provoca la sequía… lo que puede hacer que enfermedades en territorios donde no estaban o se habían erradicado, reaparezcan. Ojalá seamos capaces de que no suceda pero tenemos que ser muy conscientes de ello y estar preparados para lo que aparezca. Tanto enfermedades transmitidas por vectores como otras.
P. ¿Es el cambio climático la mayor amenaza para la salud ahora mismo?
R. Sí, porque no somos conscientes de todas las repercusiones que tiene. No solo por la emergencia o reemergencia de enfermedades, sino porque afecta el desplazamiento de personas de un sitio a otro que pueden trasladar enfermedades, o los eventos de temperaturas no solo extremos sino el mantenimiento de temperaturas elevadas durante tanto tiempo hace que se agraven patologías. Por tanto el cambio climático no influye solo en las patologías transmitidas por vectores sino en enfermedades crónicas. Las subespecies, aves, mamíferos se afectan por esto, se mueven de sitio, se transmiten también enfermedades y puede provocar en un momento dado desabastecimientos en ganadería. Es tan multidimensional… no va solo de que en un momento dado haya incendios, repercute en muchos aspectos de la salud.
P. ¿Hace por tanto una llamada de atención hacia su especialidad, no?
R. Recientemente se ha presentado el anteproyecto de la Ley Estatal de Salud Pública y desde la SEE hemos hecho aportaciones en las que recalcamos que la vigilancia es un tema de recursos económicos y humanos. No se puede pretender excelencia sin que las plazas no estén dotadas económicamente. Que se dote al menos igual que otras plazas sanitarias. Para que la gente no tenga que renunciar a estos sitios porque las plazas no estén correctamente remuneradas.