Muchas veces se oye hablar de Nacho Vegas (Gijón, 1974) como uno de esos cantautores atormentados, melancólicos e incluso tristes u oscuros. Y es cierto, su música muchas veces parte de rincones insondables o especialmente escondidos del alma. Sus canciones se adentran sin ningún pudor las heridas más profundas pero siempre con una ambición de alcanzar algo de luz.
Fruto de esa capacidad para sacar lo bello de lo trágico lanzó hace un año su último álbum ‘Mundos inmóviles derrumbándose’. Un disco escrito durante un retiro voluntario a un pequeño pueblo en la zona occidental de su natal Asturias. Fue su manera de vencer el bloqueo y la tristeza durante aquellos inciertos días de la pandemia.
Ahora, cuando se cumple el primer aniversario del disco, Vegas y su banda siguen girando para hacer sonar estas canciones de dolor y esperanza por todo el país. Este sábado llega a Madrid en el contexto del Inverfest para tocar en La Riviera. El cantautor asturiano llega a la capital del Reino reconociendo lo especial que puede ser tocar en Madrid, una ciudad a la que tiene mucho cariño y que sigue siendo especial después de tanto tiempo.
Con más de 25 años de carrera musical, s popularidad ha calado en toda España pero también en Lationamérica, a pesar de que en sus inicios le dijeron que era «demasiado localista». «Grabé una maqueta antes de sacar mi primer disco con un tipo que estaba un poco de vuelta de todo, que había tenido un grupo en los 80, me decía que eran canciones demasiado localistas, que tenía que quitar esos referentes tan concretos sobre Gijón, que es mi ciudad». Vegas cuenta que es algo que también escuchó decir a gente de la industria, sobre todo de las grandes multinacionales. «Lo que no entendían es que muchas veces necesitas partir de lo concreto para intentar llegar lo más lejos posible, para intentar llegar a lo más universal. Nadie pensó que el Nebraska de Springsteen fuese localista».
Precisamente, a través de encontrar lo universal en lo concreto, Nacho Vegas ha logrado trascender gracias a una sensibilidad que parece desbordarse en cada una de sus canciones. Sus composiciones suelen oscilar entre dos variantes que se entremezclan entre sí, lo íntimo y lo político. Para ello, cuenta con referentes como Phil Ochs, Violeta Parra 0 Billy Bragg.
Sobre esta acepción de la canción protesta, admite que es algo que no estuvo muy bien visto en su generación. «Se veía como algo apolillado, como que era algo de otro tiempo y parecía un coñazo, yo creo que fue una especie de soberbia de nuestra generación, por suerte con el tiempo la gente fue reconociendo y reivindicando el papel que tuvieron esos músicos que hicieron tanto por seguir con una tradición dentro de la música popular».
Vegas reflexiona sobre la evolución de la música folk, esa que guarda la tradición de cada pueblo con capacidad para retratar su momento histórico. «Creo que sigue viva en otras formas de expresión como el hip-hop, que habla mucho de la vida de los barrios, también ocurre con géneros como la cumbia e incluso ocurrió con el reggaetón en sus inicios, cuando tenía una perspectiva de clase muy presente».
El músico asturiano alude con seguridad a la lectura social, más o menos implícita o explícita, que se puede sacar en todas las canciones. «Soy de los que opina que todo lo humano es político», asevera. Aunque reconoce que «a nadie le gusta que le sermoneen», Vegas entiende que lo que la gente rechaza son las canciones políticas más solemnes, las que hablan con mucha gravedad sobre los temas que tratan.
«La canción protesta sigue teniendo sentido, hoy en día hay gente en la cárcel por expresar sus diferencias políticas en sus canciones, tenemos a Pablo Hasél, Valtònyc exiliado».
En ‘Mundos inmóviles derrumbándose’ Vegas canta a la inminente implosión del sistema capitalista en Big Crunch, una reivindicación del panfleto como una forma muy denostada de hacer música. «El panfleto político probablemente más famoso, el Manifiesto Comunista, tiene cierta dimensión poética desde su inicio: ‘un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo’, podría ser tan conocida como el principio del aullido de Ginsberg».
El pudor emocional
Vegas denuncia la falta de reflexión sobre las carencias que se han quedado desnudas casi tres años después de la última gran tragedia mundial. «Se vio que sobrevivir a una pandemia no solo tenía consecuencias económicas, sanitarias o incluso sociales, sino emocionales. La gente quedó muy tocada, ver a gente a mi alrededor que está deprimida, encadenando bajas laborales, en un año asistí a dos suicidios de gente muy cercana, ha sido algo muy brutal y de lo que se hablaba poco por ser menos cuantificable. Reservamos lo emocional a las canciones, a los libros y a la poesía, pero nos cuidamos para que no toque el debate público».
Intimista, localista y político, las canciones de Nacho Vegas viven de las emociones, viaja hasta sus extremos para regalarnos canciones como El don de la ternura, uno de esos himnos que brillan desde un momento de oscuridad como fue la pandemia, con una luminosidad que no es cegadora ni fulminante, sino translúcida y cálida, como su amada luz de agosto en Gijón.
Sin embargo, el cantautor trata de evitar aquello de regocijarse en el dolor, si canta es precisamente para poder combatirlo. «Igual que cuando cantamos canciones sobre la muerte, que en ‘Mundos inmóviles’ está presente en varios momentos del disco, en realidad es un pretexto para reflexionar sobre la vida. El hecho que la muerte sea algo tan inescrutable es lo que hace que reflexionemos sobre la vida y sobre como nos comportamos y nos enfrentamos a las cosas que son difíciles de entender».
El don de la ternura
El don de la ternura es una de las canciones que más han calado del disco, su carácter calmado y reconciliador funciona como un bálsamo contra el cinismo. Cuando se le pregunta por lo que significa qué es la ternura para Nacho Vegas, se acuerda de un poema de Bertolt Brecht llamado satisfacciones, que escribió al final de su vida. Una especie de enumeración de cosas sencillas que le generaban satisfacciones como ponerse unos zapatos cómodos o mirada por la ventana al despertarse. «El último verso dice: ser amable. Ser simplemente amable creo que es algo que puede ser emocionante, bonito y tierno y a veces te puede cambiar un poco el humor del día, cuando sales y simplemente eres amable con alguien a quien no tienes por qué conocer, muchas veces de esos pequeños detalles es de donde salen las canciones, en esos pequeños momentos es donde está la ternura, hay que buscarla ahí y proyectarla a partir de reconstruir los espacios colectivos que tanto se jodieron con la pandemia», concluye.