Con apenas 13 años, Claudia fue consciente de que padecía un trastorno de conducta alimentaria, pero no quiso «hacerlo realidad» hasta años más tarde. Aún no recuerda cómo empezó, es algo que se sigue preguntando a día de hoy, pero restringía las comidas, cada vez que comía algo le sentaba mal y acababa en el baño vomitando. A pesar de contárselo pronto a sus padres, no quiso poner un remedio. Ahora, con 19 años, acude de lunes a viernes a un hospital de día especializado en TCA (Trastorno de Conducta Alimentaria).
Durante años arrastró el trastorno, pasó por varios psicólogos, pero no había manera de deshacerse de él, le acompañaba como si fuera una sombra que no se desprendía de ella, hasta que su madre le convenció para que fuera a un especialista en TCA. Normalmente son los padres y el entorno más cercano quienes dan esa llamada de atención y les empujan para buscar una solución, pero en el caso de Marta fue ella quien decidió entrar en un hospital de día por «el cansancio que acumulaba de lucha contra el trastorno». Hasta entonces, acudía a una psicóloga y a una nutricionista, pero era un «descontrol» y no podía «avanzar». «Hay un punto en el que no controlas nada y es demasiado», cuenta Marta, de 21 años.
En su caso, padece anorexia nerviosa desde hace 4 años, pero «en ese momento era incapaz de nombrar la enfermedad. Tú no eres consciente de que tienes un problema», confiesa. Al igual que Claudia, no le pasó «nada grave ni extremo» que le llevara a ese trastorno, simplemente pasó, y con el paso de los años se acabó «haciendo una bola».
Hay que evitar comentarios sobre el físico y las típicas frases de «cómo nos estamos poniendo» o «mañana empiezo la dieta»
Sara solans, psicóloga
Para ambas son las primeras Navidades siendo realmente conscientes de la enfermedad. Enfrentarse a los reencuentros familiares y a las comilonas les asusta. Precisamente porque estas fechas son peligrosas para las personas que padecen un trastorno alimenticio. En el centro al que acuden les preparan de cara a las fiestas. «Hacemos una sesión con todas las familias, se les da unas pautas, y en función de los objetivos de cada persona tenemos unos objetivos u otros. No es lo mismo que sean sus primeras Navidades, o que sean las segundas», explica Sara Solans, psicóloga sanitaria especializada en TCA, que trabaja en CITEMA, el centro al que acuden Claudia y Marta.
Muchas veces, durante las fiestas navideñas se come en casa de un familiar donde tienes un menú estructurado al que te tienes que adaptar. Pero desde el hospital de día, a través de las indicaciones que ofrecen a las familias, pretenden que las pacientes se vayan «adaptando a la vida real». Piden el menú con antelación para poder organizar y ver si tienen que planear uno específico si la persona lo necesita. Las personas que sufren TCA «no pueden cocinar ni formar parte de la preparación para que no tengan el control sobre la comida. Es importante que no vean la cantidad de aceite que se utiliza o cuánta cantidad les están sirviendo», explica Solans.
Del TCA te curas, se puede llegar a encontrarse bien. Este mito les lleva a tener mucha desesperanza y el creer que no van a poder salir de esto
Lucía díez, psicóloga
Marta reconoce que, de cara a Navidades, «le agobia» el hecho de rodearse de mucha gente. «Al final tu familia sabe que estás en un hospital de día, te miran mientras comes y te sientes observada», cuenta. Pero, como explica, en el centro les preparan de cara a la Navidad, «no solo a ti, a tu familia también». «Como está todo hablado y pautado con mis padres y la gente de mi entorno, rebaja un poco la tensión y el miedo», añade. Solans advierte que «aunque sea muy complicado, hay que evitar comentarios sobre el físico y las típicas frases de «cómo nos estamos poniendo» o «mañana empiezo la dieta».
Mujeres que padecen TCA comen en el hospital de día CITEMA
Como explica Solans, «9 chicas por cada chico sufren TCA». En el centro tienen dos horarios, por las mañanas suelen asistir mujeres mayores de edad y, por la tarde, adolescentes. Los grupos los suelen formar unas 15 mujeres, «aunque depende del momento personal en el que estén a veces van disminuyendo. Entran desde el primer momento de lunes a viernes y, si van evolucionando, van quitándose días», explica Lucía Díez, psicóloga sanitaria especializada en TCA del mismo centro.
Según cuenta, el tipo de paciente que entra al hospital es un poco variado, «pero lo más habitual es que vengan en una situación muy límite de tocar fondo, y que vengan de hospitalización». En el centro se organizan de la siguiente manera: tienen talleres, terapias y grupos específicos para trabajar diferentes cuestiones como el autoconcepto, la identidad, la gestión emocional o las habilidades sociales. Ahí, además, desayunan, comen o meriendan.
Una de las cuestiones más importantes que suelen trabajar es la recaída. Las personas que padecen un TCA normalmente suelen ser personas muy exigentes y perfeccionistas, por lo que la clave es que no tengan el control. «Les exponemos a todo tipo de alimentos. A lo mejor la persona recupera peso, pero está en un índice de masa corporal de desnutrición severa, y sigue teniendo conductas de control, comportamientos que son de riesgo de cara a las recaídas», explica Solans.
Te puedes curar de TCA
Se suele pensar que los alcohólicos serán alcohólicos toda la vida, y lo mismo dicen sobre las personas que padecen un trastorno de la conducta alimentaria, que no hay remedio y te va a acompañar toda la vida. Pero ambas psicólogas lo niegan. El problema, dicen, es cuando se llega a normalizar, e incluso la propia familia se adapta y lleva al desgaste. «Hay que dejar claro que del TCA te curas, se puede llegar a no tener ningún tipo de sintomatología y encontrarse bien. Este mito les lleva a tener mucha desesperanza y el creer que no van a poder salir de esto», apunta Díez.
Aunque, advierten, «el proceso terapéutico es largo». «En un hospital de día la media va entre los 6 y 18 meses, pero lo más normal es estar en torno al año. Hay meses que vienen todos los días y, si van mejorando, van haciendo una reducción progresiva de días, y vienen dos días a la semana», explican.
Aumento masivo de casos
Desde el confinamiento, la incidencia sobre casos de TCA se ha disparado. «En los círculos profesionales vemos que el TCA ha aumentado en un 40%, que es muchísimo», expone Solans. Una de las preguntas que sobrevuela durante la entrevista es si realmente han aumentado los casos o es que ahora se habla más del tema. «Hay más conciencia y hay muchos casos», zanja la psicóloga.
Díez cuenta que, como especialistas, están en contacto con colegios que les alertan de la situación y aseguran estar «colapsados» ante tantos casos, llegando a tener varios alumnos en cada aula. Además, la saturación del sistema sanitario ha hecho que no se hayan podido atender ciertos casos. «Esto ha hecho que se agrave el trastorno porque si no se atienden a tiempo y no tienes opción de ponerle remedio, se hace un problema mayor», explica Díez.
No solo el aumento de los casos preocupa, y es que ahora acuden al centro con edades más tempranas. «Antes las niñas que venían con 12 años eran casos puntuales, ahora es más frecuente», cuenta la psicóloga. De hecho, en el propio centro, la más joven tiene esa edad. «Que sean tan pequeñas es un problema grave porque paraliza el crecimiento y les genera modificaciones físicas», añade Díez.